7 de abril: Día Mundial de la Salud
Celebremos la salud
María José Atiénzar (*)
La salud no es sólo ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar físico, mental y social, según la define la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En esa definición se tienen en cuenta la integridad física y nuestras relaciones con los demás y con el medio en el que vivimos. Para apreciar un estado de salud es preciso saber qué factores o actitudes produjeron la pérdida de la misma y prever los problemas que una determinada dolencia o lesión pueden suponer sobre la vida del enfermo.
Las palabras latinas salus y salvatio, de donde vienen salud y salvación, significan “estar en condiciones de poder superar un obstáculo”. Sólo un organismo sano está en condiciones de superar las dificultades diarias. También curar y cuidar en latín son la misma palabra. Por eso es preferible cuidar más nuestra salud que tener que curar con remedios los efectos de la negligencia o del abuso.
En la China milenaria se pagaba al médico mientras mantenía la salud de sus pacientes y se le dejaba de pagar cuando llegaba una enfermedad. En nuestro tiempo, los médicos tratan a las personas enfermas, cuidan nuestras dolencias.
Muchas enfermedades se originan con afecciones personales, dudas, miedos, incertidumbres, tristezas, dolores y conflictos. Se producen desequilibrios por no estar a gusto en nuestras familias, trabajos, relaciones o ausencia de ellas. Así, bajan las defensas y somos más vulnerables a las enfermedades.
Podríamos cambiar de enfoque, en lugar de hablar de lo que nos falta, veamos y disfrutemos lo que tenemos. Contemos las cosas buenas que nos suceden, dejemos pasar la luz entre los nubarrones, permitamos que nos irradien el afecto, el sol y la alegría. No deberíamos preocuparnos por cosas que quizás no sucederán. Tenemos derecho a ser felices. A ser nosotros mismos.
Muchas personas llenan sus vacíos con diferentes excesos y adicciones. Conviene recordar los hábitos saludables. Caminar es uno de los ejercicios que deberíamos practicar a diario, así como descansar lo suficiente. Evitar la obesidad, tan relacionada con la diabetes, o con tensión arterial y colesterol altos. Resulta más sana una dieta con abundantes frutas y vegetales, menos grasa. Asimismo, está comprobado que fumar incrementa el riesgo de las enfermedades del pulmón, el cáncer, lesiones de corazón e infecciones. El abuso de alcohol es otro de los malos hábitos, provoca enfermedades graves, una dependencia física y psicológica profunda y está vinculado con muchos de los accidentes de tráfico y de los incidentes de violencia doméstica. Es importante proteger nuestra salud mental, aprender a relajarnos, a ser positivos y realizar las actividades saludables que nos alegran, como salir con amigos y acoger a los demás.
El 7 de abril celebramos el Día Mundial de la Salud, que este año tiene como lema ‘proteger la salud frente al cambio climático’. No es algo abstracto y lejano sino que depende de grandes y pequeños gestos de todos.
Los peligros que el cambio climático suponen para la salud van desde el aumento de fenómenos meteorológicos extremos hasta alteraciones en la propagación de enfermedades infecciosas. De las condiciones climáticas depende la incidencia de una buena parte de las enfermedades más mortíferas.
Hay algunas repercusiones sanitarias del cambio climático que ya se han manifestado, como el aumento del número de muertos por olas de calor, o la incidencia de enfermedades relacionadas con los desastres naturales. El proceso afectará de forma desproporcionada a los grupos humanos más vulnerables, tales como los niños pequeños, los ancianos, los enfermos y las poblaciones más pobres y aisladas. El problema se complica en las zonas de grave escasez de agua y falta de alimentos.
Muchas medidas necesarias para frenar el cambio climático tienen efectos positivos en la salud: el uso de transporte público y bicicletas contribuye a reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Se mejora la calidad del aire y la salud respiratoria.
Entre los objetivos de la OMS está aumentar la conciencia sobre las consecuencias sanitarias del cambio climático a nivel mundial y local. Es necesario impulsar el compromiso y la acción entre los gobiernos, organizaciones internacionales, sociedad civil, empresas y comunidades. Y recordar que salvar, sanar, curar y cuidar se pueden conjugar en la primera persona.
(*) Periodista
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