La formación de los estudiantes se extiende más allá de su propio contexto, promoviendo una internacionalización más inclusiva de la educación superior.
Según cifras de UNESCO, cuatro de cada diez estudiantes latinoamericanos viajaron a otro país de la región para continuar con sus estudios a través de programas de movilidades estudiantiles, mientras que más de la mitad elige hacerlo en Norteamérica o Europa. La competitividad del mundo laboral ha forzado a los estudiantes a desarrollar nuevas habilidades, competencias y redes de contactos que permitan una inserción más fácil en el mercado. “El objetivo de estos programas debe ser el de formar profesionales, personas y ciudadanos, con competencias globales suficientes como para poder entender el mundo global que nos rodea y ser capaces de contribuir a él, de una manera activa y para poder mejorarlo”, explica Carme Anguera, directora de proyectos internacionales del Área de Globalización y Cooperación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La llamada globalización y los cambios del mercado han permitido que la formación de los estudiantes se extienda más allá de su propio contexto, permitiendo promover una internacionalización más inclusiva y sostenible de la educación superior.
Y si bien, anteriormente, este tipo de movilidades solo eran posibles si el estudiante se trasladaba físicamente, con el e-learning la posibilidad de ser parte de estos programas a través de la virtualidad se ha convertido en una oportunidad para aquellas personas que no pueden permitirse dejar sus casas, trabajos, familias y responsabilidades, garantizando así una educación más inclusiva, equitativa y con igualdad de oportunidades de aprendizaje para todos y para todas durante toda la vida, tal como lo señalan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
“Cuando las movilidades se dan en el entorno digital, además de una experiencia internacional muy enriquecedora son también una posibilidad de democratizar las experiencias internacionales, permitiendo que aquellos y aquellas estudiantes que no pueden trasladarse a otro país durante un semestre puedan vivir una experiencia educativa internacional. Movilidad virtual y movilidad presencial deben ser complementarias y pueden coexistir, dando así una respuesta al conjunto del estudiantado”, indica la directora de la UOC.
Y añade: “En las movilidades virtuales, estudiantes de diferentes partes del mundo y con distintas experiencias profesionales y personales conviven y comparten aprendizajes en una misma aula. Con ello, se promueve la adquisición de competencias globales y sociales, además de tecnológicas y las propias del curso que haya realizado. En la virtualidad, aunque no te mueves de un lugar a otro físicamente, sí debes trasladarte virtualmente a otra universidad, con otro campus, otras aulas, con una metodología distinta, un calendario académico diferente, aprender con pares de distintas partes del mundo, e incluso, en algunas ocasiones, estudiar en un idioma distinto al habitual”.
Ahora bien, los motivos a la hora de emprender estos programas son muy distintos en cada universidad; así, a partir de la pandemia, las movilidades virtuales se han convertido en la respuesta de las instituciones frente a la experiencia internacional de sus estudiantes. “Desde el 2016, hasta la fecha, han pasado más de 2.000 estudiantes de movilidades virtuales internacionales por las aulas de la UOC: al ser una universidad pionera en educación superior 100 % en línea, hemos podido colaborar con diferentes instituciones, y todas ellas con motivaciones y objetivos diferentes”, explica Anguera.
Dentro de los principales objetivos que tienen las universidades para desarrollar estos programas, se encuentra el de observar y analizar el comportamiento de los estudiantes en los entornos virtuales y cómo rinden académicamente en dicho contexto; mejorar las competencias digitales de sus estudiantes; complementar programas con asignaturas ofrecidas por la universidad colaboradora; ampliar el currículo a escala internacional de los estudiantes y por último, claro está, aumentar las experiencias internacionales de los estudiantes.