25 de marzo 2009
El 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación–Encarnación del Señor Jesús en el vientre purísimo de María Virgen, se celebra en nuestro país el Día del Niño por Nacer, ocasión para volver nuestra mirada a aquellos pequeños integrantes de la familia peruana que viven en el seno materno.
Los padres experimentan el milagro de la vida en sí mismos y la ciencia los ayuda a verificar que lo que se realiza en ellos y a través de ellos es algo extraordinario. Hoy no sólo vemos al Niño por Nacer en imágenes tridimensionales que lo muestran gesticulando, bostezando y moviéndose cuando tiene pocas semanas de edad, sino que conocemos más de él desde el momento en que su cuerpo humano está constituido por una sola célula, cuando apenas llega a las 24 horas de vida y la madre ignora todavía que ya lo lleva en su vientre.
Mayor es nuestra maravilla cuando aprendemos a ver al Niño por Nacer con los ojos de Dios. Es que “la vida es siempre un don inestimable; cada vez que surge, percibimos la potencia de la acción creadora de Dios, que se fía del hombre y, de este modo, lo llama a construir el futuro con la fuerza de la esperanza”, y ello no puede sino suscitar en nuestros corazones el amor hacia ese niño que —independientemente las circunstancias de su concepción— espera nacer, así como el deseo de defenderlo y protegerlo de las amenazas que en nuestro país —maquilladas de “justicia social” o con el disfraz de “derechos sexuales y reproductivos”— quieren destruirlo.
El Papa nos ha enseñado que la alegría cristiana la alcanzamos cuando descubrimos que en nuestras vidas “Dios está cerca”, y la cercanía de Dios no es una cuestión de tiempo o de espacio, sino una cuestión de amor, porque el amor acerca. Un Niño por Nacer será siempre una expresión del amor de Dios, una manifestación fresca, vital y auténtica de que Dios está presente “cerca” en nuestras vidas, y por ello hemos de alegrarnos con el pequeño ser humano oculto a nuestros ojos en el seno materno.
Antes de verlo nacido, Santa María aprendió a contemplar a su Hijo cuando siendo todavía un Niño por Nacer estaba oculto a sus ojos, y desde el primer momento que lo tuvo en su seno lo amó y lo defendió de amenazas reales. Que Ella, mujer fiel a sí misma, amante de la vida, nos obtenga a todos, pero en especial a la mujer peruana, las gracias necesarias para amar y defender a todo Niño por Nacer.
Comisión Episcopal de Familia, Infancia y Vida
Conferencia Episcopal Peruana
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S.S. Benedicto XVI, Discurso a los participantes en un congreso internacional sobre la actualidad de la Humanae vitae, 10 de mayo del 2008.
Ver Ángelus del domingo 14 de diciembre del 2008.