Por Marco Antonio Flores Villanueva
Desde Boston, USA


En entrevista concedida al diario "La Republica" y publicada el día de hoy, Carlos Roca Cáceres anuncia que no ha renunciado a su candidatura a la Alcaldía de Lima, enfrentándose así a Alan García Pérez y al entorno presidencial (llamados los "cuarentones") que integran la todopoderosa Dirección Política del PAP (denominada antes Comisión Política).


En primer término resulta necesario resaltar, que esta es la primera vez en muchos años que el PAP presenta un candidato de las calidades morales de Carlos Roca Cáceres. Hombre probo y alejado de los zaharaos de la clase política boyante, Roca vive con austeridad y modestia, sin propiedades en Paris o residencias borbónicas en algún distrito acaudalado de la capital.

Personalmente discrepo tanto de su reposición ideológica como de su juicio con relación al gobierno de García; gobierno que, considero, NO es aprista. Pero ello, obviamente, no disminuye a Roca, un excelente ser humano cuya probidad es incuestionable. Lo que debe constituir una especie de público e incómodo "baldón", a la oscura biografía, personal y política, que, en contraste, exhibe Alan García.

Lo que resulta paradójico en esta revuelta interna en el PAP con la llamada "Rebelión de Roca" —cuyo espíritu es del todo justificable—, es la base política organizada, los avaladores de ese "motín" contra García. Porque esa reyerta está siendo apoyada y aprovechada, calculadamente, por los secuaces de Jorge del Castillo, quien, "sorpresivamente" (?), ahora resulta que sesiona con la Dirección Política del partido, a pesar de haber sido encausado en un  proceso criminal.

¿Qué prueba este soterrado accionar de las fuerzas oscuras en el interior del PAP, al margen del circunstancial protagonismo del honorable candidato Carlos Roca?

Prueba que el PAP carece de influyentes protagonistas desvinculados al escándalo y la corrupción, para enfrentar con autoridad moral a García, padrino de la camorra partidaria. Prueba que las luchas internas en el partido son ordinarias vendettas, cuyo fin supremo es controlar la mafiosa maquinaria en que se ha convertido el PAP, a vista y paciencia de la gran mayoría de sus militantes, cómplices de esa barbarie. Prueba que la honestidad de Roca es tan solitaria, tan excéntrica, tan original y peculiar en un partido extremadamente degenerado por el propio García, que las únicas fuerzas organizadas, con peso especifico en el PAP, y que están en condiciones de respaldar la insurrección del candidato a la Alcaldía de Lima, lamentablemente no tienen nada de atípico o desusado, porque son fuerzas gemelas a lo que amoralmente constituye el vitando y tenebroso entorno del "compañero-presidente".

Esto es lo sustancial que debemos extraer de la "Rebelión Roca" y, lo reitero, más allá de la intachable probidad del candidato.

Porque NO estamos frente a una rebelión apostólica que busque reivindicar la egregia figura de Haya y recuperar moralmente el partido. Lo que presenciamos es el desvergonzado tiroteo desatado entre dos golferías picarescas que han arruinado al PAP, y que algunos intonsos han interpretado como una oportunidad, bueno es aclarar, sin programa, para rebelarse contra el liderazgo falaz de García. En esa cuadrilla, señores, cabe de todo. No solamente "castillistas" resentidos sino también "alanistas" arrepentidos de primera y segunda hora, así como desilusionados apristas pro "chavistas". 

Otros, supuestos "analistas políticos", amantes del cálculo electoral per se, interpretan esta aventura como una acción que se justificaría "ventajosa", si la tacha a la candidatura de Alex Kouri prospera; lo que, según ese razonamiento, y subrayo estéril, beneficiaría a Roca. Estéril, porque de materializarse ese supuesto no tendría consecuencia histórica para el futuro del PAP como partido político.

Lo cierto es que el Partido Aprista Peruano, todavía en carrera a la Alcaldía de Lima, es Alan García Pérez, y Alan García Pérez es el Partido Aprista Peruano, con todo aquello que ello conlleva, es decir traición a los postulados hayistas, corrupción generalizada, guarida  benefactora de malhechores y, ocasionalmente, residencia romántica de singulares y excéntricos personajes para ese malevo cubil, como el integro e irreprochable Carlos Roca Cáceres.

Boston, 10 de Agosto de 2010
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