Los matices de la operación Cóndor
Por Gustavo Espinoza M. (*)
Hace apenas unos días el Presidente García formuló declaraciones que, en otro contexto, habrían concitado una inmediata respuesta ciudadana.
Por Gustavo Espinoza M. (*)
Hace apenas unos días el Presidente García formuló declaraciones que, en otro contexto, habrían concitado una inmediata respuesta ciudadana.
Si ella, esta vez no se ha producido, habría que vincular el hecho a una realidad concreta: el país está sumido en otras preocupaciones, y el debate político vive hoy saturado por temas relacionados a los comicios municipales y regionales que tendrán lugar el próximo 3 de octubre y en los que el régimen aprista parece haber adquirido todos los boletos a perdedor, porque no ganará una.
La declaración presidencial se ha situado en el contexto de la denominada "lucha contra el narcotráfico", cartabón que sirve para encubrir todas las tropelías posibles, incluida la promulgación de dispositivos legales francamente anticonstitucionales y que benefician más bien a quienes detentan el Poder.
Esta "lucha", ha servido para que el mandatario asegure encontrarse ante una "confrontación mundial" en la que urge "sumar la fuerza de todos". Un modo práctico, por cierto de incorporar a la administración yanquis en todas las acciones que —bajo el pretexto de combatir el narcotráfico— se programen en nuestro suelo.
¿Y qué incluye eso? Todo, por cierto. Desde la ubicación de bases militares norteamericanas en el Alto Huallaga, hasta el ingreso de "instructores" militares y armamento sofisticado.
En otras palabras, carta libre para que la Casa Blanca pueda operar en nuestro territorio a sus anchas, sin límite alguno y sin el menor respeto por nuestra Independencia y Soberanía, expresiones del idioma que el señor García pareciera no conocer.
Y así fluye la estrategia continental de la administración norteamericana que pasa más bien por su intención de quebrar el proceso bolivariano de Venezuela, hacer retroceder la historia boliviana y doblegar a cualquier precio la resistencia de países más pequeños como Ecuador y Nicaragua que buscan caminos propios para sus pueblos.
Lo curioso es que la declaración del Presidente García, en este caso, ha servido también para ocultar otros planes. Por un lado, su manifiesta voluntad de rematar lo que queda de las empresas públicas, incluidas Sedapal, Enapu y Petro Perú. Y por otro, proteger de la ira democrática a los llamados "Decretos Colina" que -como ha quedado confirmado en el debate- tan sólo sirven para encubrir asesinos.
Como puede apreciarse, existe hoy una carga pesada sobre los hombros de los peruanos. La voluntad del Jefe del Estado y su luna de miel con el Imperio, los planes guerreristas contra la región y que se afirman en buena medida en lo que pueda encontrar de apoyo material en nuestro país, la destrucción total del aparato productivo peruano y la restauración completa de los privilegios de la Mafia; son un menú frondoso que podría indigestar a cualquier país de la región.
Bien podría decirse que el señor García esperó prolijamente el último año de su mandato, para acumular esta carga de agresiones que no hace sino confirmar la aplicación de una política absolutamente contraria no sólo al Perú, sino a toda la región latinoamericana.
En una circunstancia en la que se abre paso un camino de salida para la crisis continental, cuando diversos pueblos del continente buscan rutas propias afirmando la base de su Independencia forjada con sangre hace doscientos años, y cuando se consolidan procesos de cambio que ponen en riesgo los privilegios de los monopolios; las decisiones que se anuncian en Lima tienen una particular gravedad porque constituyen un verdadero desafío al sentido común.
En el fondo reflejan una voluntad: construir una suerte de "eje de resistencia" ante el avance del proceso liberador continental. Y procuran unir a la clase dominante de los países de la región, proclamando el apoyo a los gobiernos que representan esos intereses y otros peores, es decir, a las administraciones de Santiago, Lima, Bogotá y San José.
El tema tiene sus bemoles si se considera que esta suma no sólo está dispuesta a sacrificarlo todo por los privilegios de los monopolios, sino que también está en disposición de valerse de los peores métodos para lograr sus propósitos.
Martín Almada, destacada personalidad paraguaya en materia de derechos humanos, ha puesto, una vez más, el dedo en la llaga: La Operación Cóndor, que parecía desmantelada, ha vuelto a asomar en los aires de la región gracias al accionar de la Junta Interamericana de Defensa y a los acuerdos entre las instituciones armadas de estos países. El general Otto Guibovich, Jefe de la Fuerza Armada peruana, cuya firma aparece en los documentos como responsable de esta tarea, tendría mucho que explicar en la materia.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / www.nuestra-bandera.com
La declaración presidencial se ha situado en el contexto de la denominada "lucha contra el narcotráfico", cartabón que sirve para encubrir todas las tropelías posibles, incluida la promulgación de dispositivos legales francamente anticonstitucionales y que benefician más bien a quienes detentan el Poder.
Esta "lucha", ha servido para que el mandatario asegure encontrarse ante una "confrontación mundial" en la que urge "sumar la fuerza de todos". Un modo práctico, por cierto de incorporar a la administración yanquis en todas las acciones que —bajo el pretexto de combatir el narcotráfico— se programen en nuestro suelo.
¿Y qué incluye eso? Todo, por cierto. Desde la ubicación de bases militares norteamericanas en el Alto Huallaga, hasta el ingreso de "instructores" militares y armamento sofisticado.
En otras palabras, carta libre para que la Casa Blanca pueda operar en nuestro territorio a sus anchas, sin límite alguno y sin el menor respeto por nuestra Independencia y Soberanía, expresiones del idioma que el señor García pareciera no conocer.
Y así fluye la estrategia continental de la administración norteamericana que pasa más bien por su intención de quebrar el proceso bolivariano de Venezuela, hacer retroceder la historia boliviana y doblegar a cualquier precio la resistencia de países más pequeños como Ecuador y Nicaragua que buscan caminos propios para sus pueblos.
Lo curioso es que la declaración del Presidente García, en este caso, ha servido también para ocultar otros planes. Por un lado, su manifiesta voluntad de rematar lo que queda de las empresas públicas, incluidas Sedapal, Enapu y Petro Perú. Y por otro, proteger de la ira democrática a los llamados "Decretos Colina" que -como ha quedado confirmado en el debate- tan sólo sirven para encubrir asesinos.
Como puede apreciarse, existe hoy una carga pesada sobre los hombros de los peruanos. La voluntad del Jefe del Estado y su luna de miel con el Imperio, los planes guerreristas contra la región y que se afirman en buena medida en lo que pueda encontrar de apoyo material en nuestro país, la destrucción total del aparato productivo peruano y la restauración completa de los privilegios de la Mafia; son un menú frondoso que podría indigestar a cualquier país de la región.
Bien podría decirse que el señor García esperó prolijamente el último año de su mandato, para acumular esta carga de agresiones que no hace sino confirmar la aplicación de una política absolutamente contraria no sólo al Perú, sino a toda la región latinoamericana.
En una circunstancia en la que se abre paso un camino de salida para la crisis continental, cuando diversos pueblos del continente buscan rutas propias afirmando la base de su Independencia forjada con sangre hace doscientos años, y cuando se consolidan procesos de cambio que ponen en riesgo los privilegios de los monopolios; las decisiones que se anuncian en Lima tienen una particular gravedad porque constituyen un verdadero desafío al sentido común.
En el fondo reflejan una voluntad: construir una suerte de "eje de resistencia" ante el avance del proceso liberador continental. Y procuran unir a la clase dominante de los países de la región, proclamando el apoyo a los gobiernos que representan esos intereses y otros peores, es decir, a las administraciones de Santiago, Lima, Bogotá y San José.
El tema tiene sus bemoles si se considera que esta suma no sólo está dispuesta a sacrificarlo todo por los privilegios de los monopolios, sino que también está en disposición de valerse de los peores métodos para lograr sus propósitos.
Martín Almada, destacada personalidad paraguaya en materia de derechos humanos, ha puesto, una vez más, el dedo en la llaga: La Operación Cóndor, que parecía desmantelada, ha vuelto a asomar en los aires de la región gracias al accionar de la Junta Interamericana de Defensa y a los acuerdos entre las instituciones armadas de estos países. El general Otto Guibovich, Jefe de la Fuerza Armada peruana, cuya firma aparece en los documentos como responsable de esta tarea, tendría mucho que explicar en la materia.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / www.nuestra-bandera.com