Por Juan Sheput
¿Qué es lo que puede llevar a un profesor universitario a descender en el nivel del debate o defensa de sus ideas?
En su reciente columna, el señor Nelson Manrique, no sabemos con qué fin, coloca al final del mismo una frase desagradable, literalmente vulgar, que, por descalificar al presidente Alejandro Toledo, ofende, objetivamente, a la señora Susana Villarán:
"En la tienda de Toledo solo hay una gran pregunta, antes de la boda masiva: ¿logrará llevarse a Susana al Melody?"
Por descalificar la posibilidad de un entendimiento político, que deje fuera de lugar a Ollanta Humala, el señor Manrique incurre en una frase que por grotesca es infeliz. Por lo visto el nivel de defensa de las ideas no sólo es pobre en la política sino paupérrimo en el terreno de los que se autotitulan intelectuales.
La columna completa la pueden leer a continuación:
Foto antes de una boda masiva
El título se inspira en una excelente caricatura de Carlín (http://www.larepublica.pe/carlincaturas/03/11/2010/carlincaturas-0311201...) en la que los posibles candidatos y candidatas presidenciales aparecen en pelotón, vestidos en traje nupcial, mientras que el oficiante les dice que no tiene problemas en realizar la boda masiva, pero no tiene claro quién se va a casar con quién. Una encuesta del Instituto de Opinión Pública de la PUCP, aplicada a nivel de Lima Metropolitana, brinda una instantánea valiosa para especular sobre quién podría desposar a quién y, lo más importante, si habrá dote de por medio o –según el caso– indemnización.
La encuesta muestra que las ubicaciones relativas de los candidatos no han variado durante los últimos meses. Luis Castañeda Lossio sigue ocupando el primer puesto, pasando de agosto a la fecha de 28% a 31%, seguido por Keiko Fujimori (sin cambios, 22%) y Alejandro Toledo (crece de 13% a 16%). Estas ubicaciones deben considerarse provisionales tomando en cuenta que Castañeda se beneficia de la ausencia de Lourdes Flores, que le disputaría el mismo espectro político. De allí que las alianzas que decida el PPC van a pesar en este lado del escenario. La posibilidad de una alianza entre el PPC y el Apra –ampliamente sugerida durante estos días– ratifica algo que quizás alguien no sepa, y es que una vez declarada no pertinente la disyuntiva honestidad/corrupción no hay grandes diferencias entre ambos proyectos. Que el tema esté en discusión podría mostrar que los años y las compañías dudosas han insensibilizado la pituitaria de Lourdes, quien ante la perspectiva de tener que votar por García como el “mal menor” no hace mucho afirmaba que lo haría “tapándose la nariz”. Una observación adicional: Castañeda tiene su plaza fuerte en Lima, pero está por ver qué respaldo tendrá en el resto del país ahora que no dispone de los fondos de la municipalidad para propagandizarse.
El 2% de intención de voto de Mercedes Aráoz tiene escaso valor pues la encuesta se aplicó antes de que fuera proclamada candidata oficial del Apra y está por ver en qué medida va a ser capaz de convencer a los electores de que la suya no es una candidatura taparrabos, para cubrir los escándalos pendientes (petroaudios, BTR, Bagua). Por lo pronto, que la presentaran García y Del Castillo no es precisamente una proclama de que se viene una inminente cruzada contra la corrupción.
Ollanta Humala retrocede dos puntos (de 8% a 6%) y corre el riesgo de bajar a las ligas menores, aunque su apoyo en el sur debe mejorar su ubicación a nivel nacional. Las cifras no respaldan la pretensión de sus voceros de proclamarlo el “candidato natural” de la izquierda. Es posible determinar el respaldo que potencialmente podría captar una candidatura que movilice el voto izquierdista observando la predisposición de la población hacia cómo concibe el futuro inmediato deseable. Cuando se pregunta a los encuestados cómo debiera mejorarse nuestra sociedad, solo un 7% propone evitar los cambios para preservar la estabilidad; quienes creen que debiera promoverse cambios paulatinos a través de reformas son un 58%; y un 33% demanda realizar cambios radicales. Más del 90% del país pide cambios.
El retroceso de Ollanta parece responder a que los electores no lo ven como la mejor alternativa presidencial. Cuando se pregunta a quién consideran que está mejor preparado para afrontar los grandes retos del país, Ollanta ocupa el último puesto entre los cuatro candidatos más importantes. Tiene un apoyo decoroso en temas como el combate contra el narcotráfico y el terrorismo (21%), contra la corrupción (15%), en reducir la desigualdad entre los ricos y los pobres (14%) y en mejorar la seguridad ciudadana (13%), pero en los desafíos más específicamente sociales es superado hasta 3 y 5 veces por sus rivales: quienes lo consideran el más capacitado para reducir la pobreza, mejorar el sistema educativo y el de salud representan apenas un 7%, y solo un 6% cree que él sería el mejor a la hora de generar más trabajo.
En la tienda de Toledo solo hay una gran pregunta, antes de la boda masiva: ¿logrará llevarse a Susana al Melody?