La Revolución Educativa de Alejandro Toledo
Por Juan Sheput
Cada vez que regreso a Bogotá, una de las primeras cosas que hago es visitar las exposiciones en el Museo Nacional. Allí, en uno de sus bellos ambientes, está, enmarcada, la siguiente reflexión de Gabriel García Márquez sobre la necesidad de tener una buena formación: “Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quienes somos, en una sociedad que se quiera más a sí misma.”
Por Juan Sheput
Cada vez que regreso a Bogotá, una de las primeras cosas que hago es visitar las exposiciones en el Museo Nacional. Allí, en uno de sus bellos ambientes, está, enmarcada, la siguiente reflexión de Gabriel García Márquez sobre la necesidad de tener una buena formación: “Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quienes somos, en una sociedad que se quiera más a sí misma.”
Educación, desarrollo, autoestima y sociedad, todo está integrado en este pensamiento. Es la línea que sigue nuestro vecino colombiano, que goza de uno de los sistemas educacionales más calificados y equitativos de América Latina.
El Perú no tiene posibilidades de ser un país desarrollado con un bajo nivel de instrucción. Se requiere trabajar en todos los niveles, poniendo énfasis en los niños de menor edad. Trabajar educando en la infancia y estimular desde el periodo de la madre gestante son hoy prácticas aceptadas y demandadas en las sociedades de mayor nivel educativo.
El Perú no tiene posibilidades de ser un país desarrollado con un bajo nivel de instrucción. Se requiere trabajar en todos los niveles, poniendo énfasis en los niños de menor edad. Trabajar educando en la infancia y estimular desde el periodo de la madre gestante son hoy prácticas aceptadas y demandadas en las sociedades de mayor nivel educativo.
El presidente Alejandro Toledo lo sabe, así como su esposa Eliane Karp. Ambos son destacados académicos que trabajan en universidades ubicadas entre las mejores del mundo como Stanford o Salamanca por ejemplo.
Exitoso, Alejandro Toledo señala con su trayectoria el sendero que otros pueden seguir gracias a la educación. Una educación que debe ser lo más cercana a la cuna para aprovechar al máximo el periodo de construcción de nuestra estructura cerebral. Una educación que piense en la escuela rural, a manera de internado, para que el niño pueda aprovechar todos los días de la semana en su formación. Una educación que haga del componente técnico una obsesión, para brindar carreras cortas a jóvenes que deseen trabajar con prontitud. Una educación que entienda que la universidad pública debe ser de gran calidad para que dinamice el sistema, siendo una especie de catalizadora ya que una universidad pública de calidad obliga a la universidad privada a mejorar aún más.
En materia educativa, como en salud, el problema no debe limitarse a infraestructura. Edificios hay, en buena proporción. El problema radica en capacitar a nuestros profesores, evaluarlos, pagarles un salario justo que los motive y haga de la enseñanza una profesión que atraiga a los mejores. Una buena educación significa homologar las remuneraciones a los profesores universitarios para que puedan investigar y mejorar así nuestra competitividad.
La Revolución Educativa que propone el presidente Toledo está en marcha. Y en contrario a lo que dicen algunos ministros y funcionarios oficialistas sí es posible aumentar los sueldos de nuestros maestros. Sólo controlando la corrupción, que durante el actual gobierno significa 9,000 millones de soles al año en saqueo del tesoro público, podríamos cumplir con la propuesta de aumentar el sueldo a miles de profesores. Diario 16, 26.01.2011.