Ataque terrorista a helicóptero
Por Alfredo Palacios Dongo
El pasado día 11 en el valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), en el distrito Huachocolpa, selva alta de Huancavelica —ruta de drogas hacia la costa—, se produjo un nuevo ataque terrorista contra un helicóptero MI-17 de la Fuerza Aérea del Perú, hiriendo al jefe de Estado Mayor del Comando del VRAE y un oficial del Ejército.
Por Alfredo Palacios Dongo
El pasado día 11 en el valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), en el distrito Huachocolpa, selva alta de Huancavelica —ruta de drogas hacia la costa—, se produjo un nuevo ataque terrorista contra un helicóptero MI-17 de la Fuerza Aérea del Perú, hiriendo al jefe de Estado Mayor del Comando del VRAE y un oficial del Ejército.
|
Para las operaciones en esa agreste y difícil zona es indispensable el uso de helicópteros para transporte de tropas, patrullas, refuerzos, relevos, y traslado de armamento, alimentos y pertrechos militares; además es fundamental como apoyo de fuego aéreo cercano en acción conjunta con patrullas, y por tal motivo, son atacados por terroristas con armamento de última tecnología y gran alcance, como fusiles, ametralladoras y lanzagranadas, que adquieren con recursos obtenidos por proteger narcotraficantes.
Estos ataques se iniciaron en octubre de 1999 contra un helicóptero en Anapati, Satipo, reiniciándose en abril de 2005 contra tres helicópteros UH1 en Puerto Pisana, Tocache, San Martín, y en diciembre, atacaron otras tres naves en San José de Secse, Huanta, Ayacucho, zona de Vizcatán —ruta del narcotráfico a Ayacucho— quedando herido un suboficial. En 2009 se intensificaron estos ataques; en abril, dispararon en el cerro Judas contra un helicóptero en que viajaba el jefe del Comando Conjunto de las FF. AA., y en setiembre fue derribado un MI-17 en Sinaycocha, Junín —ruta del narcotráfico a Huancavelica—, falleciendo dos oficiales. Un mes después, en octubre, otras dos naves recibieron 18 impactos de ametralladora. El año pasado, en febrero, fue atacado un helicóptero Bell 212 en San Martín de Pangoa, Satipo, y hace tres meses, en diciembre, fue impactado otro en Pampa Hermosa, Ayacucho, dejando siete militares heridos.
Bajo este panorama, se equivoca el presidente García cuando hace pocos días manifestara: “el Perú ya no es país del terrorismo ni de la droga”, ya que la producción de cocaína se incrementa y los ataques terroristas continúan. La lucha contra el narcoterrorismo requiere, además de presencia del Estado, de un sustancial incremento de recursos para promover el desarrollo y acción social de la zona.
En el campo militar, los miembros de las FF. AA. seguirán luchando con la moral muy alta, a pesar de la falta de equipamiento adecuado y de helicópteros artillados y blindados de última tecnología, así como de aviones no tripulados (UAV), lo cual evitaría menos costos de vidas y heridos de quienes, con patriotismo y sacrificio, enfrentan esta desigual lucha contra terroristas que conocen hace décadas esta abrupta y extensa zona que abarca cuatro regiones, y que cuentan además con ingente cantidad de recursos, logística, y armamento moderno y sofisticado. Expreso, 19.03.2011.
Estos ataques se iniciaron en octubre de 1999 contra un helicóptero en Anapati, Satipo, reiniciándose en abril de 2005 contra tres helicópteros UH1 en Puerto Pisana, Tocache, San Martín, y en diciembre, atacaron otras tres naves en San José de Secse, Huanta, Ayacucho, zona de Vizcatán —ruta del narcotráfico a Ayacucho— quedando herido un suboficial. En 2009 se intensificaron estos ataques; en abril, dispararon en el cerro Judas contra un helicóptero en que viajaba el jefe del Comando Conjunto de las FF. AA., y en setiembre fue derribado un MI-17 en Sinaycocha, Junín —ruta del narcotráfico a Huancavelica—, falleciendo dos oficiales. Un mes después, en octubre, otras dos naves recibieron 18 impactos de ametralladora. El año pasado, en febrero, fue atacado un helicóptero Bell 212 en San Martín de Pangoa, Satipo, y hace tres meses, en diciembre, fue impactado otro en Pampa Hermosa, Ayacucho, dejando siete militares heridos.
Bajo este panorama, se equivoca el presidente García cuando hace pocos días manifestara: “el Perú ya no es país del terrorismo ni de la droga”, ya que la producción de cocaína se incrementa y los ataques terroristas continúan. La lucha contra el narcoterrorismo requiere, además de presencia del Estado, de un sustancial incremento de recursos para promover el desarrollo y acción social de la zona.
En el campo militar, los miembros de las FF. AA. seguirán luchando con la moral muy alta, a pesar de la falta de equipamiento adecuado y de helicópteros artillados y blindados de última tecnología, así como de aviones no tripulados (UAV), lo cual evitaría menos costos de vidas y heridos de quienes, con patriotismo y sacrificio, enfrentan esta desigual lucha contra terroristas que conocen hace décadas esta abrupta y extensa zona que abarca cuatro regiones, y que cuentan además con ingente cantidad de recursos, logística, y armamento moderno y sofisticado. Expreso, 19.03.2011.