En la segunda vuelta, dos razones para votar por Ollanta
Por Eduardo González Viaña*
 

Los peruanos tenemos muchas razones para votar por Ollanta Humala, pero sólo voy a hablar de dos.

  1) Votaremos por Ollanta Humala porque no queremos que otros nos digan por quién debemos hacerlo y por quien no.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, nos ha demandado que no votemos por el nacionalismo. Nos ha dicho que Chile no tolerará que los peruanos elijamos a ese candidato.

 

Siguiendo a Piñera, el presidente del Perú condena que se vote por Ollanta Humala. Según él, los otros postulantes sí son elegibles puesto que continuarán con lo que el llama su sistema.

Como todos sabemos, hace cinco años el señor García- a través de su secretario- y el entonces presidente Alejandro Toledo- por intermedio de uno de sus ministros- solicitaron la intervención de los Estados Unidos contra el eventual triunfo de Ollanta Humala por supuestamente atentar contra los intereses de ese país. Es obvio que el embajador norteamericano prefirió mirar a otro lado para no mostrar su repugnancia ante tal actitud de servidumbre.
 
Esta arremetida llegó al paroxismo el día en que las encuestas revelaron el inminente triunfo de candidato nacionalista. En ese momento, nos llegaron todos los males del mundo.
 
Según la mayoría de los diarios y la TV, la pérdida de las inversiones, las variaciones de la Bolsa de Valores, el alza del precio de los alimentos e incluso tal vez la explosión en la central atómica de Fukushima son y serán las consecuencias de votar por Ollanta Humala.
 
Y sin embargo, votaremos de esa forma porque es una ofensa que se nos suponga títeres e incapaces, por rechazo a las imposiciones del presidente de Chile y a las amenazas del nuestro. Votaremos por amor propio, por autoestima, por dignidad, por decencia.

  2) Votaremos así porque sabemos que, además del cáncer y del sida, hay una enfermedad más grave.

Un peruano respetable ha dicho que la alternativa de votar entre otra candidata y Ollanta supone tomar una decisión entre el cáncer y el sida. Existe, sin embargo, otra enfermedad que ataca a 11 millones de peruanos. Es la extrema pobreza.
 
 Mientras el ocupante del palacio de gobierno anuncia que ya estamos entrando en el primer mundo, una de cada cinco familias sólo tiene un balde de agua en todo el día para cocinar sus alimentos y cumplir a medias con sus tareas de higiene personal.
 
 En las ciudades de la costa, la miseria se mete en las casas del 21 por ciento de la población. En la sierra, siete de cada diez personas se van a dormir por la noche sin haber saciado el hambre.
 
 Uno de cada cinco niños no sabe todavía lo que son el cáncer y el sida, pero tiene el vientre abultado, las mejillas hundidas y los párpados cansados de quien padece de desnutrición crónica.
 
 Los maestros que educan a esos niños y los policías que los cuidan apenas sobreviven con sueldos que lindan la indigencia.
 
 Tres de cada diez familias peruanas no tienen en su vivienda ni agua potable, ni desagüe ni electricidad.
 
 Siete de cada diez automóviles que se deslizan por nuestras florecientes ciudades del "primer mundo" son taxis y dos son mototaxis. Quienes van al timón son peruanos que perdieron el empleo o no tuvieron jamás un puesto de trabajo debido al sistema neoliberal de los gobiernos Fujimori, Toledo y García. Puede ser que ellos sí sepan lo que son el cáncer y el sida, pero más saben lo que significa trabajar sin domingos en un país que no les ofrece seguro social ni servicios médicos.
 
 El Perú es el primer productor mundial de plata, el segundo de cobre y zinc y el sexto de oro. Con mucho optimismo y mayor frivolidad se asegura que son los resultados del "sistema", y que eso nos llevará al primer mundo. Lamentablemente, debido ese mismo "sistema”, la mayoría de los trabajadores no ve llegar a sus planillas los beneficios de tanto crecimiento.
 
 En estas circunstancias, ni la Alianza Gana Perú ni su candidato plantean –como se ha dicho al satanizarlos- un gobierno similar al de otros países, sino van a impulsar reformas para hacer más democrática a la sociedad y emprenderán una profunda reforma tributaria, que obligue a los más ricos a pagar más impuestos, en particular a las transnacionales que se dedican a la exportación de minerales.
 
 La miseria en que vive nuestra gente es la verdadera enfermedad del Perú. Lo ha sido desde los días en que la denunciaron y lucharon contra la sociedad que la produce peruanos tan valientes como José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya de la Torre.
 
Olvidar la pobreza del Perú y mencionar con burla el cáncer y el sida sólo expresa amnesia, falta de solidaridad, egoísmo y carencia de amor.  No vamos a votar contra la democracia. Vamos a votar contra la pobreza, y la vamos a derrotar. Vamos a votar por Ollanta Humala.