por Desco

El Perú es el principal productor de alpacas. De acuerdo a la Sociedad Peruana de Criadores de Alpacas y Llamas (SPAR), a nivel nacional hasta el 2010 se proyectó el número de alpacas en 5 millones 343 mil, cifra que debería ser precisada por el próximo censo agropecuario. Las regiones del sur (Puno, Cusco y Arequipa) son las mayores productoras de camélidos sudamericanos: Puno posee el 52.15 % de alpacas del país, seguido por Cusco con el 13.49 % y Arequipa el 11.98 %; mientras que Huancavelica, Ayacucho, Apurímac, Moquegua, Pasco, Tacna, Junín, Lima, Ancash, La Libertad, Huánuco y Cajamarca, albergan el resto.

 

La concentración de la alpaca en la región Puno está en las provincias de Lampa (16.8%), Melgar (15.6%) y Carabaya (12.7%) que son las más representativas. En la región de Arequipa las provincias con mayor numero son Caylloma (71.2%) Castilla (11.4%), Arequipa (6.4%) y La Unión (5.7%). Es en estas dos regiones donde se congrega el 66% de la producción de fibra de alpaca del país.

De la cantidad de fibra que se produce, el 80% de la producción se exporta a los mercados de China, Estados Unidos, Italia, Inglaterra, Japón, Corea, entre otros y solo el 20% se utiliza dentro del país en la confección de hilados, telas y prendas de vestir. La mayor cantidad de fibra de alpaca, utilizada en la industria textil, aún se dirige al mercado externo, al que se exporta sin más valor agregado que los tops (pelo fino cardado o peinado de alpaca) o en hilos. La venta de artículos confeccionados es menor en comparación a estos productos «intermedios».

La crisis económica mundial también afectó al sector alpaquero. La industria decidió retraer sus compras porque la demanda de prendas de fibra de alpaca bajó. En consecuencia, todos los procesos de comercio con la industria nacional y extranjera disminuyeron, lo que generó la caída del precio de fibra de alpaca que de S/. 12 soles (en agosto de 2008) se redujo paulatinamente hasta S/. 3 soles por libra en promedio, experimentando posteriormente una lenta recuperación hasta llegar a los actuales S/. 7 soles la libra. Como se puede ver, esto ha repercutido de manera directa sobre 100 mil familias alto andinas dedicadas a la crianza de alpacas, pues la venta de fibra es su fuente principal de ingreso.

Por otro lado, el gobierno no parece haber caído en cuenta que el sector de los camélidos andinos es estratégico por su potencialidad para el manejo de los recursos agua y suelo en todo el espacio altoandino por encima de los 4,000 msnm, permitiendo rentabilizar estos territorios donde no pueden prosperar ni cultivos ni otras crianzas y, al mismo tiempo, realizar acciones de adaptación al cambio climático.

Por ello son urgentes dos condiciones para impulsar el sector. La primera, que el Estado recupere su obligación de promover políticas para su desarrollo a través de la creación de un ente especializado (podría ser el Instituto Nacional de los Camélidos del Perú) restituyendo al fenecido ente normativo CONACS, que, entre otras tareas, se encargue de superar la dispersión de propuestas de promoción del sector ejecutadas en la actualidad por las diferentes direcciones regionales de Agricultura. La segunda condición sería el restablecimiento de la articulación de la cadena productiva, incluyendo que el eslabón de la industria textil abandone su tradicional rol extractivo al acopiar la fibra y se preocupe también por mejorar la base productiva para obtener una mejor materia prima, lo cual implicaría una nueva relación con los productores.

A pesar de que el Perú es, a nivel mundial, el primer productor de fibra de alpaca y que la fibra haya sido declarada producto bandera, si no existe la promoción de las condiciones sugeridas, además de una política de consumo interno, los problemas del sector alpaquero tenderán, cíclicamente, a repetirse.