Escribe: Juan Carlos Herrera Tello (*)
El día de ayer nos enteramos que había partido a la eternidad Neils Armstrong, el comandante de la misión Apolo 11, que llegara a la Luna al lado de Michael Collins y Edward 'Buzz' Aldrin, logrando así una hazaña solamente ideada en las novelas de ciencia ficción, siendo además el primer hombre en pisar suelo lunar.
Aquel 20 de julio de 1969, en la sala de mi casa, mi familia se reunió para ver “vía satélite” la transmisión que se desarrollaba desde antes de llegar a la luna, y en los comentarios estaban Ernesto García Calderón y Humberto Martínez Morosini. Aun de 7 años contemplaba el televisor en blanco y negro mientras mi padre me decía “mira, mira, que esto lo vas a recordar siempre”. Aquellas imágenes distorsionadas y confusas estaban siendo transmitidas entre el sonido de la estática y los cortes de un pitillo, cada vez que una frase en ingles se pronunciaba. La voz emocionada de Martínez Morosini contagiaba la enorme hazaña realizada.
La frase de Armstrong, estaba al día siguiente en todos los diarios “es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”, porque en aquel momento se sentía que era una hazaña en común, que tal vez se inició con una carrera entre las dos potencias, pero el logro final era en beneficio de toda la humanidad.
En mi cumpleaños de 1969, mi padre me obsequió una maqueta de la Revell donde se leía “Astronauta en el Espacio”, él y yo estábamos fascinados por lo que había ocurrido algunos meses atrás para hacer volar más mi imaginación. Al igual que mi padre, mi padrino de bautizo el Dr. Alfredo Ghibellini Filippin, quiso que vaya a verlo a su oficina en las Empresas Eléctricas y quería saber que quería para navidad, y no se me ocurrió mejor cosa que pedirle “la nave espacial que llevó al hombre a la luna”. No sé como lo consiguió ya que la dictadura militar había prohibido las importaciones, y así tuve también otra maqueta de la “Revell” pero esta vez era “El Águila” del Apolo 11, que venía además con su propio suelo lunar de color plomo.
Toda la expectativa de lo ocurrido en 1969, se continuó cultivando durante la década del 70, con el programa espacial que impulsara el Presidente Kennedy antes de su asesinato en 1963; se había dado inicio a lo que se llamó “la era espacial” y los comentarios eran después como colonizar la luna o la exploración de Marte; así aparecieron series televisivas como “Cosmos 1999” (Space 1999) con Martin Landau, u otra con más antelación llamada “OVNI” (U.F.O.) con Ed Bishop en donde la trama era que los extraterrestres se ocultaban en el lado oscuro de la luna.
Cuando se cancelaron los viajes a la luna, fue como poner cierto coto a nuestra imaginación, y que las exploraciones ahora la realizarían robots, así las misiones “Viking” y “Voyager” representaron solo los adelantos tecnológicos más no una hazaña netamente humana, y nos dedicamos a ver solo los exitosos despegues de los transbordadores espaciales y su regreso a la tierra, rescatando satélites artificiales o reparando otros y últimamente los hemos visto construyendo la estación espacial internacional. Pero nada comparado por lo hecho por Armstrong, Collings y Aldrin.
Armstrong, no quiso disfrutar su fama y menos usarla en la política como otros que llegaron al Congreso de su país, lo único que había hecho era simplemente cumplir con su deber, y creemos que su mayor proeza fue la de volver a la tierra junto a su tripulación sana y salva. En una de sus pocas apariciones en público dijo que la carrera espacial se había convertido en “La Competición Pacífica Definitiva”, y esto gracias a la cooperación que hoy existe entre Rusia y los Estados Unidos, en sus esfuerzos conjuntos para culminar la estación espacial internacional.
Cristóbal Colon, Marco Polo, Magallanes, Orellana, Livingstone, Stanley, Amundsen y tantos más cuyo espíritu de aventura lograron los más grandes descubrimientos geográficos de nuestro planeta, se encuentran en un lugar especial en la historia, pero. Armstrong ha pasado a la posteridad, por ser el primero en llegar a un lugar que no es nuestro mundo.
Por eso ha hecho bien la familia de Neils Armstrong en decir a todos aquellos que lo admiramos que: "Honren su ejemplo de servicio, logro y modestia. La próxima vez que caminen en una noche despejada y vean que la Luna les sonríe, pensad en Neil Armstrong y hacedle un guiño".
Neils Armastrong ha muerto, pero vivirá siempre cada vez que alcemos la mirada a la Luna. De tal manera que una mirada del hombre, será una gran vista al firmamento que nos permitirá reflexionar sobre lo que el ser humano puede lograr.
(*) Abogado