por Desco

El Proyecto de Ley N.o 1396/2012-PE, lamentablemente, ha dado la razón a quienes vieron en el enredado anuncio de 28 de julio malas señales para el Gasoducto Sur Andino (GSA); se plantea la construcción de un gasoducto para trasportar metano, desde Camisea hasta Puno, pasando por Cusco (Quillabamba) y un etanoducto que partiría en Pisco hacia el sur del país. Esta propuesta tira por la borda el GSA, puesto que ya no tiene como objetivo masificar el gas para 16 ciudades del sur del país en Cusco, Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna. Los trazos "paralelos" del gasoducto y del ducto de etano presentes en el Proyecto de Ley solo beneficiarían a algunas de las mencionadas regiones, y de forma dispar.

El Proyecto de Ley indica que el GSA no puede ser materializado por la empresa Kuntur debido a que no tiene las reservas probadas de gas natural suficientes y, además, no se conoce de los clientes que darán sostenibilidad económica al proyecto. Declara de interés nacional la construcción del etanoducto, disponiendo la participación de PETROPERÚ y autorizando el incremento de su capital en 400 millones de dólares. La Empresa Kuntur, por su parte, ha salido a anunciar que, con las nuevas condiciones, el proyecto del GSA recién iniciaría dentro de tres años, ya que están a la espera de un crédito bancario para iniciar la construcción, pero que el etanoducto le quita rentabilidad al proyecto.

La nueva propuesta plantea, como paliativo, la implementación de un «gasoducto virtual», que, partiendo desde Lima, abastecería a Tacna, Moquegua y Arequipa, mediante camiones. Dicho sistema permitiría satisfacer, básicamente, la demanda domiciliaria y vehicular, dejando de lado la posibilidad del cambio de matriz energética por parte de las industrias presentes en la región, ampliando la brecha de competitividad respecto a las industrias asentadas en Lima, las que tienen acceso al gas natural desde el año 2004.

Considerando que uno de los fines políticos de la descentralización es la regionalización, más allá de los departamentos, es penoso constatar que el proyecto gubernamental no contribuye a este fin, consolidando, por el contrario, un proceso de concentración económica en Lima que acentúa el crecimiento desigual e incrementa la brecha económica y social de nuestro país. Ya no sorprende que la promesa de continuar con el proceso de descentralización haya sido silenciada.

 

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