Raúl Wiener
No sé quién inventó eso de “pulpín” y lo que significa. Tampoco estaba claro al principio si iba a haber resistencia y lo evidente es que la mayoría de los partidos dio su voto en el Congreso porque ya habían recibido el mensaje de la Confiep, de que se trataba de una ley en la dirección correcta pero muy insuficiente. El gobierno se sintió tan seguro con esos votos y el entusiasmo empresarial, que hasta creyó que había hecho un presente navideño. Pero ningún joven u organización que los represente había sido consultada y ningún debate se había desarrollado sobre su contenido.
Irónicamente, la ley juvenil era a la vez una ley Confiep. Y cuando García Miró decía que era “insuficiente”, se refería a que lo que ellos andan buscando es un “pulpón”, es decir, una merma radical en los derechos de todos los trabajadores. Después de todo, informales hay de toda edad, género e historia laboral. Hace tiempo los pulpos de la Confiep hacen propuestas en la misma línea: para jóvenes, para ciertas actividades económicas, temporales, de intercambio de derechos por dinero, etc. Por eso, además, resulta risible que Humala quiera pasar por creador de una ley para jóvenes, cuando es claramente un viejo anhelo empresarial.
El ministro Ghezzi no podía ser más sincero cuando empezó a pedir que la ley del empleo juvenil se apruebe para un solo año, para ver sus resultados. Está pensando en realidad que habrán suficientes jóvenes sin trabajo que hayan escogido el camino de peor es nada, y se conviertan en un factor a favor del gobierno y la Confiep, para no eliminar la ley. Además ya estaremos en plena campaña electoral como para que temas como este queden en un plano secundario. Pero lo que es cierto es que la cuestión de tumbar la ley antijuvenil es un asunto de aquí y ahora.
Pocas veces se ha visto tantos jóvenes en las calles en plenas fiestas de fin de año, con la peculiaridad de que no hay una conducción político-partidaria clara de este inmenso movimiento, pero sí hay blancos bien definidos a los que apunta la lucha. No es que los chicos creyeran que la fantasmal casa de la Av. Arequipa, representara al partido nacionalista, sino que han querido simbolizar que su problema es con Ollanta-Nadine que han asumido como suya la ley Pulpín. Y tampoco es que hayan escogido al azar el local de la Confiep, donde hicieron un largo plantón subrayando quién está detrás de esta medida.
En el medio, por supuesto, están los partidos que votaron por la ley y ahora claman contra ella. Lo más curioso: el papel del fujimorismo, que dirigió la Comisión que revisó la norma, votó por ella, se desmarcó siguiendo al APRA y al final, Keiko aparece diciendo que es una buena ley. La síntesis de considerarse la candidata de la Confiep.
Diario Uno, 27.12.2014
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