Por Cesar Hildebrandt
No te la creas, presidente. Te has salvado porque el fujimorismo se partió. Y porque un sector del país se sintió asqueado con tanto Salaverry, con tanta Vilcatoma, con tanto Salazar y con tantísima Luz Salgado. Te ha vuelto a salvar la ola indignada que te subió a la presidencia cuando parecía inminente que la primera dama de la dictadura iba a enlodar Palacio de Gobierno. ¿Lo recuerdas?
Recuérdalo, presidente. A esa ira ciudadana, republicana, democrática, le vuelves a deber la vida. Pero esta vez no la traiciones. No le cierres la puerta. Y no te sigas rodeando de imbéciles políticos y negociantes egoístas que lo único que quieren es seguir enriqueciéndose. No le hagas caso a Mercedes Aráoz, que ha vuelto a dar pena haciendo el papel de aprofujimorista que tan bien sabe hacer. No le creas a Aráoz, presidente. Ni mucho menos a Luna, ese traidor que es peón fujimorista. Y muchísimo menos a quienes te dejaron solo cuando más solo estabas.
Tú mentiste, presidente. Mentiste varias veces. Y eso no es falta de prolijidad. Eso es mentir con descaro para protegerte. Pero la gente ha decidido que prefiere a un mentiroso que a una banda de pasado vergonzante y presente matón ocupando todos los espacios del poder. Te ha vuelto a salvar la gente que la señora Aráoz desprecia y que la “mancha blanca” engaña hace dos siglos.
¿Habrás aprendido la lección?
Estás advertido. El pueblo te ha dado una segunda chance. Y lo ha hecho porque, más allá de tus mentiras, vio lo que se podía venir ante un triunfo de los Mulder, los Torres y los Arana. Te ha vuelto a salvar el miedo que produce el mototaxi con escape libre, el terror cívico que infunde la señora Fujimori y sus rencores inoxidables, sus aires de imaginaria grandeza. Y te ha vuelto a salvar la consejería de los pocos leales que te dijeron que había que negociar con el kenjismo, hoy sí una corriente formal que amenaza el monolitismo fujimorista.
Y si te has comprometido con indultar a Alberto Fujimori a cambio de los diez votos que se abstuvieron, te vas a ver en un gran problema pero vas a tener que cumplir con tu palabra. Ese fue consejo nuestro hace meses, ¿recuerdas?
La gente quiere a un presidente que gobierne, que encarne con energía los fueros de la Constitución. Y que se enfrente a la maquinaria fujimorista con el coraje que no has tenido hasta ahora. No se trata de pelear por gusto con Fuerza Popular. Se trata de que acates el triunfo que la calle te dio y que dejes de ser el manoseado crónico de la señora Keiko.
No más concesiones. No más Aráoz mendigando entendimientos mientras “negocia” el voto de confianza. A luchar, presidente, como si la democracia te importara. Como si la separación de poderes te desvelara. Como si el Perú fuese mucho, muchísimo más que el país donde Gerardo Sepúlveda venía a levantar plata para “sus” proyectos (que también eran los tuyos).
Este es el segundo debut, presidente. La última oportunidad. No la desaproveches. No la despilfarres. Limpia tu gabinete de tanto Olaechea sin vergüenza. Y no lo olvides: sigues siendo presidente porque el ruido maravilloso de la calle llegó hasta el Congreso y cambió, a última hora, una tendencia que parecía irreversible. Cambia, presidente. No te dejes secuestrar otra vez.
No nos decepciones por segunda vez. El Perú ha amanecido diferente. Entiende el mensaje.
Hildebrandt en sus Trece, 22.12.2017