Por Mesias Guevara Amasifuen

El Perú está herido y dividido por obra y gracia del Presidente de la República, tomó la controvertida decisión de indultar al dictador Alberto Fujimori Fujimori cuyas consecuencias lo llevará atado hasta el final de sus días, a nivel nacional e internacional será señalado como el personaje que no tuvo escrúpulos para canjear su vacancia por el indulto de Fujimori. Las consecuencias cercanas son que no puede conformar su gabinete ministerial y que la calle está caliente.

El indulto ha provocado la ira de un gran sector de la población y la extrañeza del derecho internacional, recordemos que el Perú no es una isla, pertenecemos a la Corte Internacional de derechos humanos, que públicamente ha manifestado su disconformidad,  y ha convocado una audiencia para el mes de febrero donde se verá el caso.

Esta coyuntura nos obliga hacer una lectura para sacar conclusiones y aprender de ella, la primera es que la actual clase política no está a la altura de las circunstancias que el Perú necesita, ha dado muestras que carece de ética, moral y patriotismo para dirigir los destinos del país. Si tuvieran algo de civismo se auto jubilarían, se alejarían del manejo de la cosa pública. Lo segundo es que el estilo de hacer política ha tocado fondo, el acto de comprar votos en lugar de hacer propuestas, no solo humilla a los peruanos sino que entorpece el desarrollo de nuestra patria. Tercero que los intereses personales de ciertos personajes están por encima de los nacionales, en estos momentos su interés supremo está en lograr impunidad, para ello incluso están dispuestos a destruir el orden democrático y el sistema de justicia. Canjear la vacancia por el indulto, es la punta del iceberg.

Mientras esto ocurre el ciudadano de a pie, sigue trabajando y sufriendo los embates que provoca la crisis política. El embate golpea la economía, la generación de empleo, la inversión pública y privada. El crecimiento esperado y proyectado no se cumplirán, el sub empleo y desempleo sigue en aumento, los inversionistas privados actúan con mucha prudencia y con actitud conservadora.

El otro entrampamiento es la inversión pública, el gobierno está paralizado, los ministerios no están realizando las acciones orientadas a concretar los proyectos de desarrollo nacional, las obras de la reconstrucción del norte están detenidas, los gobiernos regionales y municipales no reciben las transferencias presupuestarias para ejecutar sus proyectos, los agentes que dinamizan la economía nacional y regional, están debilitadas.

El otro componente ruidoso es el Congreso de la República, mucho de los congresistas carecen de preparación, sensibilidad social, por ello no impulsan las reformas necesarias para mejorar la gobernabilidad y el desarrollo de nuestro país. Para el pueblo es un ente obstruccionista que actúa lejos de la realidad, por ello su desprestigio es creciente.                

¿Qué hacer ante esta situación?. El pueblo y los ciudadanos de bien, debemos mantener una posición vigilante y fiscalizadora, a través de los colegios profesionales exigir los cambios necesarios para evitar el colapso de nuestro país. La juventud universitaria, los jóvenes honestos y trabajadores deben participar en política para lograr su renovación. Debemos evitar los extremos, es decir que la derecha bruta achorada y mercantilista, y  la extrema izquierda se conviertan en alternativa política.

Los pequeños y medianos empresarios deben seguir haciendo los esfuerzos para hacer patria. Las organizaciones sociales deben profundizar el debate y dar sus aportes que son necesarios para la coyuntura actual. Los militantes de los partidos políticos deben doblegar esfuerzos para lograr su institucionalidad, consolidar su democracia interna. Una salida democrática podría ser convocar a elecciones para elegir una constituyente, necesitamos un nuevo contrato social. Nuestro hermano Cesar Vallejo dijo. “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”,  no se equivocó.

http://www.depolitika.pe/2018/01/09/los-embates-la-crisis-politica/