Por Wilfredo Pérez Ruiz (*)
Animado por los elogiosos comentarios periodísticos acerca de la exposición “Todo tiempo futuro siempre fue mejor”, de la artista plástica peruana Wilma Ehni, decidí acudir a esta ilustrativa e inédita muestra que se presenta en la Sala “Luis Miró Quesada Garland” de la Municipalidad de Miraflores.
Disfruté de la amable explicación de su autora y, además, observé una exhibición que inspira a la reflexión en un medio colmado de desencuentros, marginaciones e indolencias. Nada tan necesario de fomentar en una colectividad, convulsionada e invertebrada, en donde todavía subsisten brechas y prejuicios que imposibilitan nuestra cohesión social.
Dentro de este contexto, coincido con lo reseñado en el catálogo por Walter Twanama: “Y en la cura habrá que tratar de recordar sin animosidad a los y las peruanas de nuestra historia y sus desencuentros -juzgándolos como gente de su tiempo-; a los que siempre estuvieron aquí; a los que llegaron en algún momento; a todos los que eligieron esta tierra para quedarse inventado nuestra patria, esa palabra antigua. Porque no hay país que pueda mirar claramente hacia adelante si antes no recupera todo el pasado que está vivo en sus hombres y mujeres”.
La muestra está dividida en tres espacios: en el primero, se ha instalado un inmenso espejo que, según me refirió Wilma, invita al visitante a mirarse por unos instantes con la intención que se reconozca y se acepte a sí mismo. Yo creo que de esta manera incrementamos nuestra autoestima e identidad. Eso es impostergable de promover en nuestro entorno: la autovaloración, el amor propio y la capacidad para desarrollar nuestra inteligencia interpersonal. Solo así lograremos acortar las distancias que bloquean la comprensión humana.
En el segundo observamos una lucha de Jiu-Jitsu brasilero, en la que dos contrincantes lidian cuerpo a cuerpo realizando llaves que buscan someter al otro. Esta exhibición presenta el concepto de “dominación” que unos quieren tener sobre los demás en nuestra sociedad. “Cuando nos relacionamos entre nosotros nos medimos, nos calibramos y queremos saber dónde nos encontramos en relación al otro. Algunas veces nos reconocemos como superiores, otras como inferiores y otras como iguales”, me comentó Ehni. Probablemente, la disputa entre prójimos por la aprobación, la consideración y el entendimiento sea más difícil de lo percibido a simple vista.
En el tercer espacio, vemos una mesa armada con ocho tipos diversos de vajillas ilustrativas de nuestra variedad cultural, social y económica. Lo que es más importante aún, esta mesa pretende graficar la trascendencia de la aceptación y el recíproco respeto que debe existir entre quienes integramos esta amplísima comunidad que es nuestra patria. Cada sitio refleja una historia y una realidad que debiera engrandecer nuestra diversidad.
En tal sentido, me sumo a lo explicado por el curador, Jorge Villacorta Chávez: “El dominio de uno sobre el otro no dura más de lo que dura la contienda. Si recordamos, también, que la cena es un ritual social, entendido como un acto en el que se compartir una mesa con otros, en un ámbito privado y doméstico, queda claro el carácter de la otra intervención de Wilma Ehni. El espacio está tomado por una mesa puesta, que está lista para ser ocupada. Poner la mesa implica servir a alguien”.
Wilma Ehni (Lima, 1977) estudió artes plásticas, con especialización en escultura, en la Pontificia Universidad Católica del Perú -bajo la influencia de su profesora Johanna Hamann- y fotografía en el Instituto Gaudi. Se desempeña como bailarina de danza moderna, realiza montajes con la directora Rossana Peñaloza y labora en el colectivo artístico "Aguaitones" interviniendo espacios públicos y haciendo instalaciones de sitio-especifico.
Se graduó con el premio “Adolfo Winternitz” (2000) y se trasladó al Cusco para continuar su quehacer profesional. Ha expuesto en la Galería Forum una bipersonal denominada "Abusiva verdad", representó al Perú en el Primer Simposio Internacional de Madera y fue finalista del Sexto Concurso de Artes Plásticas del Patronato de Telefónica del Perú.
A mediados del 2002 se instala en Londres (Inglaterra) y se hace acreedora de un lugar de trabajo en Space-Studios; participa en varias exposiciones colectivas. En el 2004 se establece a Frankfurt (Alemania), donde se le otorga la residencia de Atelierfrankfurt, espacio interdisciplinario que comprendía un área de 100 mts2 por seis meses.
“Todo tiempo futuro siempre fue mejor” posibilita mirar, con una actitud empática y abierta, una realidad frente a la que debemos soslayar continuar indiferentes. Está en cada uno nosotros contribuir a superar nuestras acentuadas fracturas sociales. Lima es una urbe saturada de poblaciones migrantes pertenecientes a regiones, culturas y analogías que crecen en medio del desconcierto.
Todavía es difícil alcanzar óptimos y mutuos niveles de convivencia: existe desconfianza e intensa segregación. Hemos sido incapaces de desarrollar un sentimiento de pertenencia encausado a ver al conciudadano como parte de nuestro proyecto de vida. Estamos inmersos en sectarios “cacicazgos” en pleno siglo XXI. Aunque muchos omitan considerarlo, ello es causante de innumerables y complejos problemas que imposibilitan nuestro enlace social.
Históricamente, el Perú ha sido visto despectivamente desde su capital. La apatía hacia el interior tiene orígenes muy antiguos. Una lectura de los escritos del varón alemán Alexander Von Humboldt -quien arribó a nuestro país el 1 de agosto de 1802- sobre la displicencia capitalina, están aludidos en su carta al gobernador de Jaén de Bracamoros, José Ignacio Checa: “…En Lima no he aprendido nada del Perú. Allí nunca se trata de ningún objeto relativo a la felicidad pública del reino. Más separada del Perú está Lima que Londres, y, aunque en ninguna parte de América española se peca de un patriotismo excesivo, no conozco otra ciudad en la cual ese sentimiento sea más apagado. Un egoísmo frío gobierna a todas las personas y lo que no perjudica a uno no perjudica a nadie”.
Más recientemente encontré en el ameno libro “Rajes del oficio”, del periodista Pedro Salinas, una respuesta de Mario Vargas Llosa a la pregunta ¿Qué te enfurece más del Perú?: “Me enfurece sus inmensos contrastes culturales, económicos. Me enfurece el egoísmo y la ceguera de los peruanos privilegiados. Me entristece terriblemente la incultura, la desinformación, y a veces los resentimientos y rencores de los peruanos en general. Me entristece mucho la gran mediocridad de sus dirigencias políticas, la incultura general de la sociedad peruana. Y la perseverancia en el error, que es una característica nacional, en el campo político, económico y social”. Qué concluyente, vigente y certera aseveración.
Apreciemos la extraordinaria y sutil implicancia del arte para generar escenarios de análisis, comprensión y sublevación de nuestras conciencias en relación a los comportamientos que menoscaban nuestra relación con el semejante. Felicito entusiasmado este noble y genuino empeño de Wilma Enhi y de quienes lo han hecho posible. Es un nuevo e invalorable aporte encaminado a admitirnos, reconciliarnos y vislumbrar con espíritu crítico la tierra “de todas las sangres”.
(*) Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/