Por Raúl Allain (*)
Introducción
Para Eduardo Bericat, el pensamiento y concepto de sociedad posmoderna, es algo que se logra consolidar en la década de los años ochenta, y que en su apreciación académica e intelectual podría constituir un término que debe ser estudiado a fondo, porque representa una gran polémica, al carecer de precisión y rigor, lo que vendría a ser como un concepto de moda. Así mismo, una proyección científica para entender los cambios mundiales que transforman la realidad social.
Por estas razones, al pensar en cambios y transformación sociales, dice:
«En las sociedades avanzadas, al comienzo del tercer milenio de la era cristiana, estamos asistiendo a un cúmulo tal de transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales que apenas podemos eludir la pregunta de si nuestras sociedades estarán entrando en una nueva época. Muchos pensadores y científicos sociales así lo consideran». (Bericat, 2003: 10).
Por lo tanto, el concepto posmodernidad continúa en el debate, ya que aun cuando los investigadores sociales reconocen los cambios y modificaciones de la realidad, cuestionan si esas intuiciones de su conciencia son algo de la academia y la intelectualidad, o si representan cosas mundiales que no se pueden negar porque existe: «Una sociedad red; sociedad de consumo; sociedad del ocio; sociedad del riesgo; sociedad de la modernización reflexiva; sociedad tardomoderna; sociedad de la información; sociedad de la comunicación; sociedad del conocimiento, y otras tantas nuevas definiciones que pudieran citarse». (Bericat, 2003: 10).
Esto indica que existió una época llamada modernidad, y que le siguió una denominada posmodernidad, la cual podría estudiar a fondo como aquella sociedad red, interconecto el mundo y las culturas para el consumo y el ocio.
Posmodernidad y globalización – Grandes aspectos
La sociología al ser una disciplina científica, estudia los aspectos negativos y positivos de la posmodernidad, por ello se puede anotar: «Hacia finales de los años cincuenta, el sociólogo C. Wright Mills, en su célebre obra titulada La imaginación sociológica (1959), presentó también una sombría visión de la posmodernidad, una edad en la que los ideales modernos del liberalismo y del socialismo estaban a punto de derrumbarse, mientras que la razón y la libertad se iban separando en aquella sociedad posmoderna, de la ciega fluctuación y vacua conformidad». (Bericat, 2003: 12).
Es decir, en la primera década del siglo XX, la modernidad buscaba que la sociedad aceptara el liberalismo económico para salvarse de las quiebras financieras, pues este proponía que los hombres debían ejercer con toda la libertad sus facultades físicas y mentales para hacer riqueza, trabajar y así poder ahorrar, mejorando con ello su prestigio social y bienestar personal. Esto parecía positivo, pero a largo plazo culmino en la humillación y la gran explotación laboral, mientras toda la riqueza quedaba en las manos de unos pocos. De ahí, el fracaso de la modernidad.
Por otra parte, el socialismo proponía que las industrias y negocios que se pudieran hacer, fueran para favorecer al pueblo y que la riqueza no quedara en las manos de unos pocos, pero no sucedió ni lo uno, ni lo otro, pues los gobiernos socialistas descuidaron a sus pueblos, los robaron y destruyeron a través de dictaduras.
Entonces la libertad y la razón se fueron alejando, pues la libertad, estaba sometida por el liberalismo económico que hacía de la vida humana, una de sus mercancías, entre tanto que el socialismo formaba en la razón política, su aliada para someter a las personas a vivir humilladas y sometidas.
La culminación de la modernidad también encerraba otras ideas, a saber:
«El sociólogo Amitai Etzioni también aludió en La sociedad activa (1968) a un período «post-moderno», concebido en este caso como un horizonte optimista en el que el declive del poder de las grandes empresas y de las élites establecidas auguraba la posibilidad de una democracia auténtica. Este optimismo era compartido por el poeta Charles Olson, quien, en una carta de 1951 dirigida a su amigo Robert Creeley, refería un «mundo post- moderno» más allá de la revolución industrial. Olson conjugaba en su obra una visión amable de los automóviles y de la cibernética y una intensa atracción por las culturas antiguas». (Bericat, 2003: 12).
Deduciendo el argumento anterior, cuando la modernidad estaba casi en sus finales e inicios por los primeros intentos de construir la posmodernidad, se pensaba que si el poder de las grandes empresas menguaba y el control de las clases sociales altas se reducía, habría democracia o libertad, pero con la aproximación de una posible globalización esto parecía imposible.
En síntesis, las grandes empresas y elites de millonarios que controlaban el mundo, lo hacían porque la riqueza quedaba en sus manos, de este modo, si perdían ese poder para controlar la sociedad, los ciudadanos podrían mejorar sus condiciones de libertad en los gobiernos democráticos, lo cual mostraba un aspecto muy positivo. Pero con los primeros sueños de una globalización mundial, esos anhelos se reducían a nada, pues al unir todos los mercados del mundo, las grandes empresas y elites serian intocables. Algo negativo. Estos acontecimientos demuestran que la modernidad, posmodernidad y la globalización, trajeron cosas negativas y positivas a nivel social, y que todos los seres humanos están sometidos a las formas de gobierno e integración económica que se establezca en cada época. De ahí, que la sociología sea una disciplina científica capaz de transformar esas realidades.
Por otra parte, cuando la modernidad culmino e inicio la posmodernidad, los grandes poderes políticos, económicos, financieros y técnicos que poseían las clases altas, comenzaron a construir una realidad global para someter a toda la sociedad en general, para ello formaron diversos métodos, a saber:
«Las estrategias sucesorias apunta a garantizar la transmisión del patrimonio material entre las generaciones con el mínimo de desperdicio posible dentro de los límites de las posibilidades ofrecidas por la costumbre y el derecho –aunque fuese recurriendo a todos los artificios y todos los subterfugios disponibles dentro de los límites del derecho o a todos los manejos ilegales». (Bourdieu, 2011: 36).
Ese patrimonio material que transmitió Europa y Estados Unidos al resto del mundo, fue la integración de los mercados mundiales llamada globalización, y con esta última se entregó la técnica, la tecnología y el uso del internet. A cuando para ello, tuvieran que posicionar de manera dominante una cultura económica y política, pues se trataba de volver legal aquello que fuera ilegal.
En otras palabras, todas las democracias del mundo podrían volver global la injusticia social, la explotación mediante el modelo laboral, la pobreza y la miseria, la concentración de la riqueza en las manos de unos pocos, etc. A través de mecanismos legales que fueran aceptados por los gobiernos, así pasarían por ser democráticos, sin interesar que fueran inhumanos.
Con respecto a esto, también globalizaron la educación: «Las estrategias educativas, entre ellas el caso específico de las estrategias escolares de las familias o de los hijos escolarizados, son estrategias de inversión a muy largo plazo, no necesariamente percibidas como tales, y no se reducen, como cree la economía del gran “capital humano”, sólo a su dimensión económica, o incluso monetaria: en efecto, tienden ante todo a producir agentes sociales dignos y capaces de recibir la herencia del grupo». (Bourdieu, 2011: 36).
En efecto, aquellas estrategias educativas en la posmodernidad apuntaron a que el modelo de formación académica, fuera global y que los padres e hijos comprendieran que la pobreza y la desigualdad estaba justificada, porque se trataba de educarse para ser competente y productivo en la globalización. A esto se llamó según Bourdieu el “capital humano”.
Estos aspectos son positivos y negativos, pues la educación es importante en la formación del ser humano, conocer y aprender de otras culturas tambien, lo negativo es imponer modelos de estudio, aprendizaje y enseñanza que en la mayoría de los casos no corresponden a las necesidades más inmediatas de cada pueblo, nación o país.
A esto se sumó: «Las estrategias de inversión económica, en el sentido amplio del término, tienden a la perpetuación o el aumento del capital bajo sus diferentes formas. En efecto, a las estrategias de inversión económica en sentido acotado, es necesario agregar las estrategias de inversión social, orientadas hacia la instauración o el sostenimiento de relaciones sociales directamente utilizables o movilizables, a corto o a largo plazo, es decir, hacia su transformación en obligaciones duraderas, subjetivamente percibidas en los sentimientos de reconocimiento, de respeto, etc. ». (Bourdieu, 2011: 37).
Es decir, el capital como fuente del poder y gran dominación sobre las clases pobres y vulnerables de la sociedad, se extendió en la globalización mediante la acumulación financiera que se conoció con el nombre de monopolios. Para poder invertir en proyectos sociales que estaban muy lejos de ayudar a los ciudadanos a mejorar sus condiciones de vida, pues se trataba de obligar a las personas a consumir todo tipo de mercancías, productos, estilos de vida y adquisición de cosas que les generara confianza y reconocimiento social.
Entonces el consumo excesivo se convirtió en parte del respeto mundial.
Las modificaciones de la realidad y sus aspectos
Las modificaciones de la realidad tienen aspectos positivos y negativos en el contexto de la globalización y la modernidad, por ello es importante distinguir tres cosas importantes: «El nuevo mundo en formación social surge por la coincidencia histórica de tres procesos independientes: la revolución de las tecnologías de la información y de la comunicación; la crisis económica tanto del capitalismo como del llamado estatismo, y el florecimiento de nuevos movimientos sociales». (Bericat, 2003: 21).
Dicho de otra manera, las tecnologías de la información y la comunicación que usaban algunos ejércitos y grandes compañías, fueron avanzando con el tiempo de acuerdo a las necesidades, después se emplearon en otros lugares y sectores de la sociedad, a tal punto que permitieron integrar no solo los mercados del mundo, tambien a los individuos de todas las culturas.
Este tipo de modificaciones de la realidad son curiosas, pues es positivo que las personas tuvieran la oportunidad de comunicarse entre sí, sin interesar las distancias, comerciar, debatir, etc. Pero de manera negativa la comunicación entrelazada de manera global en la posmodernidad, ayudo a que los dueños de los monopolios se hicieran al control total de los medios masivos de la información, y así guiar los contenidos, manipular y moldear a las gentes según sus propios intereses.
Por otra parte, fue positivo que el capitalismo se diera cuenta que no era para nada un modelo económico perfecto, y que el estatismo no era capaz por si solo de suplir las necesidades de sus ciudadanos, sino que debía buscar alianzas público-privadas. Entre tanto, lo negativo fue que los Estados se volvieron irresponsables y corruptos al dejar sus deberes en manos de las empresas privadas que terminaron por privatizar casi todos los derechos.
Lo positivo de las modificaciones sociales fue el surgimiento de los diversos movimientos sociales, pues estos últimos comenzaron a representar distintas opciones a problemas de todo tipo, ya que al hacerse global el uso de la red o el internet, se construyeron maneras de resistencia civil para rechazar los actos de corrupción, manipulación social e injusticia política. Dado que, cosas que sucedían en un país se podían presenciar en otros países, en un mismo y único momento, de tal modo que la resistencia social se volvió global.
En este sentido, para (Bericat, 1996) «Las tecnologías de la información y de la comunicación constituyen la base material de esta nueva sociedad, y contienen los tres elementos básicos y clave que sustentan el resto de las transformaciones: a) conocimiento; b) movilidad, y c) red. Pueden analizarse por separado, pero es su íntima conexión la que les otorga el poder catalizador para revolucionar todos y cada uno de las ámbitos de la vida que podamos imaginar». (Bericat, 2003: 22).
Como se puede deducir, Bericat concibe las modificaciones de la realidad en la posmodernidad como un factor clave de la era del conocimiento, lo cual es positivo en cuanto a movilización de saberes y productos sociales que antes eran despreciados porque no eran famosos, o reconocidos por ciertos grupos y sectores de la población. Pero lo negativo surge, cuando la población hace uso de la red para generar diversos contenidos que solo sirven para perder el tiempo, además que muchas de las cosas públicas en la red pueden llegar a ser falsas al carecer de investigación.
Por otra parte: «La posmodernidad está íntimamente ligada a la emergencia del capitalismo de consumo». (Bericat, 2003: 27). Entonces aquella gran y rica sociedad del conocimiento se puede convertir en una tendencia mundial de consumo y moda por estar en conexión total con el mundo virtual, lo cual es interesante, pero negativo si distancia las relaciones sociales.
No obstante, la globalización en la posmodernidad, puede ser entendida de la siguiente manera: «El término de la globalización comprende un proceso de creciente internacionalización o mundialización del capital financiero, industrial y comercial, nuevas relaciones políticas internacionales y la aparición de la empresa transnacional que a su vez produjo como respuesta a las constantes necesidades de reacomodo del sistema capitalista de producción, nuevos procesos competitivos, productivos, distributivos y de consumo deslocalizados geográficamente, mediante una expansión y uso intensivo de la tecnología sin precedentes». (Mateus y Brasset, 2015: 67)
En síntesis, el poder de la globalización es una época social posmoderna que ha logrado modificar la realidad de manera brusca y acelerada, de tal modo que todos los seres humanos participan en esa transformación del mundo, sin saber hacia dónde va la humanidad.
Conclusiones
La sociología como una disciplina científica estudia la posmodernidad como una de las grandes etapas sociales que transformaron la sociedad, a nivel cultural, filosófico, técnico, tecnológico, artístico y político desde el ámbito de la integración global. Por ello, es de alta importancia para los científicos de la sociedad, como también; para todos aquellos que busquen comprender los giros que hace la sociedad por preservar la dominación en todas sus maneras y formas.
También se concluye que la sociología permite analizar e identificar de qué manera la sociedad interconectada por la red, puede convertir los momentos de ocio, en actividades productivas para el consumismo inconsciente, a fin de aumentar las necesidades artificiales de todo tipo, para lograr reconocimiento social, respeto y admiración por el poder de adquisición material.
(*) Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director del sello independiente Río Negro.