Por Alfredo Palacios Dongo
Son profundos los estragos políticos en nuestro país causados por las últimas declaraciones, en Sao Paulo, Brasil, de Jorge Barata (ex superintendente de Odebrecht en Perú) a fiscales peruanos sobre aportes de campaña de más de US$ 8 millones a la mayoría de candidatos presidenciales (y todavía faltan sus declaraciones sobre casos de corrupción y soborno), lo cual ha indignado a la ciudadaníaporque existen justificadas razones de desconfianza y sospechas sobre actuaciones, conductas y prácticas de muchos políticos que han transgredido los principios fundamentales de ética política, integridad, transparencia y probidad.
Barata declaró en Sao Paulo y produjo estragos políticos
Los últimos gobiernos y el actual, desde el ejercicio del poder, han tomado un camino muy divergente a la construcción del bien común y fortalecimiento de la ética política, predomina la ausencia de principios y valores éticos y transparencia, que alientan el incremento de vicios o actitudes antiéticas que se contraponen a la resolución de conflictos y satisfacción de la pluralidad de intereses comunes, y además, frivolizan la función pública, disminuyen la calidad de la política, y no permiten alcanzar el bien común, lo cual está conduciendo a la población a un punto muy elevado de insatisfacción. La política es la ciencia social y práctica cuyo objetivo es la búsqueda del bien común de la sociedad, la cual se emprende con valores y principios éticos que son los que movilizan la acción humana, siendo los principales instrumentos de un gobierno para alcanzarlo: la educación, justicia y rectitud moral, justa distribución de riquezas, las leyes y paz social.
En esta actual crisis de valores que enfrentamos la educación juega un rol fundamental como herramienta en el proceso de transformación de nuestra sociedad para la adquisición de virtudes y valores en el crecimiento personal. Mientras no contemos con un proyecto país que defina una política estratégica a largo plazo para mejorar el rol de la educación en su gestión y calidad respecto a la formación ciudadana, promoción de valores democráticos, costumbres políticas y calidad moral, será muy difícil que nuestras generaciones alcancen una mejor ciudadanía que aporten al desarrollo. Para lograr cambiar y progresar, los maestros deben formar y educar en las escuelas sobre los problemas actuales de nuestra sociedad y del país, a valorar lo positivo de la vida humana y criticar lo que realmente atenta contra la ética en la función pública y el desarrollo integral de las personas y de la sociedad.
Artículo de Alfredo Palacios Dongo publicado en el diario EXPRESO, fecha 10 de marzo de 2018