Un nuevo escenario político ha comenzado a configurarse

Por Herberth Cuba

La renuncia del presidente PPK ha puesto en evidencia, una vez más, que el rechazo moral es indispensable para que se inicie un proceso de cambio político. Los interminables debates a favor o en contra de la vacancia presidencial fueron fulminados por los llamados kenjivideos. Las imágenes y los audios produjeron el rechazo moral que, como diría Sartre, es el elemento esencial para la rebelión.

PPK capitalizó la hipocresía y el doble discurso. La ayuda de los avengers trajo consigo el descrédito moral de Alberto Fujimori y recordó sus métodos repudiados. El indulto a Fujimori, rechazado por los sectores de la izquierda, hizo que se sintieran en la obligación de hacer acuerdos políticos con Fuerza Popular. El tablero quedó configurado: las fuerzas políticas representadas en el Congreso, tras Fuerza Popular, contra el gobierno de PPK y los avengers. La disputa moral fue el espacio de representación. El viraje brusco de los congresistas indecisos solo es entendible bajo el escándalo moral que produjeron los kenjivideos.

Es cierto, además, que el ejercicio de gobierno de PPK basó su poder en la estrategia moral. Condena persistente al fujimorismo de Fuerza Popular y una lucha desesperada para dividirlo y luego destruirlo. Es obvio que Fuerza Popular tuvo que responder también con la estrategia moral; pero como es evidente, traía serias desventajas. La propia Keiko señaló que “cargaba una mochila muy pesada”. La confrontación durante casi veinte meses fue atroz. La estrategia moral es una de las más agresivas. Las acusaciones y recriminaciones recíprocas siempre son de alto calibre. La confrontación directa entre el fujimorismo y el Gobierno fue ampliándose a las demás fuerzas políticas, que solo atinaban a defenderse. El caso Lava Jato se convirtió en el meollo del conflicto. Sin embargo, como siempre ocurre con la estrategia moral, la caída de PPK se produjo por un hecho fuera del caso Lava Jato, aunque conexo al tema de la vacancia, expresado en el uso de métodos inmorales para conservar el poder, demostrado en modo crudo en los kenjivideos.

La estrategia moral afecta a los contendientes. Se ventilan aspectos personales. Así ha ocurrido. Nadie ha puesto en cuestión el modelo económico en el acuerdo político que se plasmó en la moción de vacancia. Al contrario, la participación de Fuerza Popular garantizó que eso no ocurriera, a pesar de las declaraciones de uno que otro congresista de izquierda. Es decir, ha ocurrido solo el reacomodo de la conducción del modelo. El respeto a la sucesión constitucional significa el acatamiento de los usos y costumbres derivados del modelo socioeconómico que la Constitución Política de 1993 ha creado.

La calle ha sido la gran ausente. La convocatoria a movilizaciones contra el indulto tuvo escaso resultado. Las marchas para que se vayan todos y por nueva constitución, también. La oportuna renuncia del presidente PPK impidió, quizá, una masiva movilización escandalizada por los kenjivideos. Algunos líderes marginales que llamaron a la protesta nacional quedaron desairados. La separación del presidente PPK, los ministros y los involucrados en los kenjivideos, se ha producido sin mediar gresca alguna. La fuerza moral ha hecho su trabajo.

El nuevo escenario político que ha empezado a configurarse podría significar nuevos bríos para el relanzamiento del crecimiento económico y el desarrollo de nuestro país. Es una gran oportunidad. Se ha dejado atrás el riesgo del golpe de la calle y de la asonada militar. Sin embargo, para que eso ocurra es necesario que el nuevo presidente y su nuevo gabinete comprendan que el realismo político significa trabajar, dentro del marco constitucional, con todos, sin exclusiones. Además, que tome acciones decididas para procesar y sancionar a todos los que han infringido un enorme daño moral a la sociedad. La lucha contra la corrupción debe continuar, y la democracia es el mejor mecanismo para erradicarla.

El rol de los partidos políticos será determinante. La caída de PPK y de los avengers le ha aliviado la pesada mochila a Fuerza Popular. Lo mismo ha ocurrido con los demás partidos políticos, que enfrentaban divisiones internas como consecuencia de la feroz estrategia moral que imperó en nuestro país.

Los tres poderes del Estado, así como los organismos constitucionales autónomos se vieron involucrados en esa estrategia moral. Ahora el liderazgo del nuevo presidente y su gabinete ministerial es crucial para que todos enmienden el rumbo y corrijan sus acciones, sancionen a los responsables y se dediquen a resolver los grandes problemas nacionales. Es decir, poner el Estado al servicio del ciudadano.

 

Por Herberth Cuba