Por Hernán de la Cruz Enciso (*)

Ya no se trata de un juego de adivinos. La niebla se va disipando y el panorama se clarifica. Después de la caída de PPK, una caída libre largamente anunciada y esperada por todo el país, el presidente Martín Vizcarra se encuentra entre la espada y la pared. La espada, representada por esa banda de destructores llamada aprofujimorismo y Confiep, y la pared, representada por todos los peruanos patriotas.

La Confiep, vocero de la oligarquía local y de las multinacionales que controlan los hilos del poder real, ha puesto en práctica –como tantas veces– la paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampedusa: “Cambiar al presidente para que no cambie nada". Fue una acción desesperada en un escenario en que el ciudadano ya no se deja manipular por los medios de difusión masiva (mal llamadas “medios de comunicación”, pues comunicación es diálogo libre, horizontal y comprensivo entre interlocutores, entre dos o pocas personas, imposible de realizarse con masas. Los diarios, la radio, la TV, el cine e internet son medios de difusión o información masiva: vertical, manipulada y dominada por empresas, gobiernos, iglesias, desconocidos y similares. Ni siguiera hay libertad de prensa; hay libertad de empresa, que responde a intereses de las transnacionales). Por tanto la asunción de Martín Vizcarra no es, pues, la victoria de la democracia ni la transición hacia un gobierno decente, ni siquiera es otro gobierno. Es la continuidad del reparto del país por cuadraditos, la marcha de la corrupción al toque de corneta y tambor, y el secuestro de la Patria a manos de las mafias.

Junto a la Confiep se encuentran dos partidos que, en sospechoso maridaje, controlan el Congreso: la Apra y el fujimorismo. Están tratando de colocarse detrás del poder, y acaso continúen controlando el Banco Central de Reserva, la SUNAT (para perseguir a los empresarios peruanos con impuestos antitécnicos y dejar que las transnacionales se carguen nuestras riquezas sin pagar impuestos), la Contraloría y la Defensoría del Pueblo. No contentos con tener en sus manos a varios fiscales, han intentado controlar el Tribunal Constitucional. El objetivo de la alianza Apra-Fujimori es compartir el poder con Vizcarra y desde Palacio preparar el terreno para las próximas elecciones. Previamente tratarán de salvar de la cárcel a Keiko Fujimori y Alan García. Es pues la podredumbre y la corrupción hablando de un gabinete de ancha base, para seguir con lo mismo. ¿Se dan cuenta que en estos días pocos medios de información masiva se ocupan de Alan y Keiko, involucrados hasta el cuello en el caso Odebrecht, igual que Humala, Toledo, PPK y Susana Villarán? Están tratando de enterrar el excremento como lo hacen los gatos después de defecar, pero la hediondez de las fechorías ya ha contaminado la atmósfera.

La segunda fuerza es la calle, representada por todos los peruanos de a pie que en este momento –y a partir de los últimos acontecimientos– piden no solo combate firme contra la corrupción sino también cambios profundos en el país y renovación política. “Que se vayan todos”, han dicho los peruanos en calles y redes sociales, cansados de ver tantos ladrones en el Congreso, en Palacio, en los ministerios, en los municipios, en los gobiernos regionales. En el tema de la corrupción, indigna que solo Humala se encuentre en la cárcel. Toledo baila salsa en Estados Unidos, Alan García desayuna con los fiscales, PPK quizás esté buscando ya una maletera de auto para fugar, y Keiko aplica el montesinismo desde el Congreso. En el tema de ministerios, se encuentran los mismos peones de las transnacionales y los mismos responsables del aparente ocaso de la Patria.

Un escenario de preguerra

La Confiep espera que Vizcarra llegue al 2021 más o menos en un ambiente de tranquilidad; mientras tanto promoverán un candidato que garantice el saqueo. Vizcarra tiene poco margen de maniobra, es decir solo jugará a la supervivencia, porque no será capaz de cambiar la Constitución ni de lanzar las grandes reformas que todo el país espera, ni podrá mandar al carajo al aprofujimorismo. Por su lado la alianza aprofujimorista viene presionando sutilmente, a veces con halagos, para que le den algunas cuotas de poder. Si no le dan, al día siguiente comenzará a preparar el golpe constitucional.

Si Vizcarra le da cuotas de poder al aprofujimorismo, imitando al defenestrado PPK (tal fue en resumen, y no una renuncia), nos espera un escenario de preguerra. Desde abril las calles serán un escenario de batalla campal. Así que el 2021 Vizcarra no estará en Palacio. Será aplastado por la pared, o perderá la cabeza por la espada. O convocar nuevas elecciones.

 

(*) Escritor y periodista.
http://tankaramaru.blogspot.pe/