No será fácil evitar las discrepancias y promover la coherencia
Por Herberth Cuba
La designación del nuevo gabinete ministerial ha sido sorpresiva. Las diversas versiones mediáticas parece que obedecían a los deseos de introducir nombres en las designaciones, más que al afán de informar trascendidos veraces. El hermetismo con el que se manejó la información entre el presidente, el premier, los entrevistados y quienes al final fueron designados ha reafirmado, una vez más, que la gran política requiere estrategia, planificación y secreto. Nadie ha extrañado “la transparencia”, la “visibilización” ni la “previsibilidad”. En este contexto, se sobreentiende que han participado los líderes de los partidos políticos; sobre todo de aquellos partidos que pusieron su cuota de poder congresal para la renuncia del expresidente PPK.
Los analistas han sido puestos frente a hechos consumados. Los gremios empresariales y de servidores, también. Solo basta revisar los titulares de los principales medios de comunicación y escuchar las declaraciones de los analistas para evidenciar ese desconcierto. Sin embargo, la mayor sorpresa ha sido el viraje del Gobierno desde la posición centro derecha a la de centro izquierda. La ceremonia de juramentación ministerial, los “besamanos”, la vorágine de la designación de los funcionarios en cada uno de los sectores y, sobre todo, las primeras acciones demuestran ese viraje en el posicionamiento político del Gobierno.
Una mirada desapasionada del gabinete evidencia tres grupos políticos en su seno, el de centro derecha tecnocrático (Transportes y Comunicaciones, Energía y Minas, Producción y Comercio Exterior), el de la izquierda tecnocrática (Salud y Educación) y el de la izquierda popular (MIMP, Midis y Trabajo y Promoción del Empleo). La conducción política ha sido reservada en su totalidad para el premier, y en última instancia para el propio presidente. La ambigüedad del ministro de Economía y Finanzas, debido a su participación en el Informe de la Comisión de Protección Social, es el reflejo de esa realidad.
La nueva configuración política se da bajo los usos y costumbres del modelo económico y social que la Constitución Política del 1993 ha creado. El Congreso de la República y los partidos políticos, desde cuyo seno ha brotado esta nueva situación política, tienen un rol fundamental en la sostenibilidad de la gobernabilidad. No será fácil evitar las discrepancias y promover la coherencia dentro del gabinete ministerial. Tampoco será fácil resolver los reclamos de los gremios y de la calle. Las elecciones regionales y locales en esta coyuntura serán gravitantes en el fortalecimiento de la democracia. Una vez más, la importancia de los partidos políticos será clave.
El sistema de salud atraviesa por serios problemas, unos producidos por la mala herencia del humalismo y otros por la paralización organizacional debido a la inestabilidad de sus cuadros técnicos. Se han cambiado, en promedio, tres a cuatro ministros, en cada sector, en solo 20 meses. Es necesario recordar que el Sistema de Servicios de Salud esta conformado por el Minsa, las sanidades militares, la sanidad policial, Essalud, los servicios municipales y los servicios privados, entre otros, que en su conjunto necesitan reglas claras, estabilidad jurídica y sobre todo predictibilidad. El reto de los nuevos ministros de cada uno de los sectores involucrados será cómo superar las deficiencias, las quejas ciudadanas y corregir la desatinada reforma de salud del lustro humalista. Agenda muy complicada si no se diferencia con claridad los signos ideológicos del pasado frente a los nuevos retos del Gobierno del presidente Vizcarra.
La designación de los nuevos ministros ha generado expectativa. La mayoría de los políticos ha expresado beneplácito con las designaciones; sin embargo, no ha faltado alguna que otra atingencia. El Ministerio de Salud (Minsa) y el Ministerio de Trabajo han recibido reflectores muy potentes. No es para menos: reformar la reforma de salud humalista desde un gobierno de centro izquierda parece una tarea muy complicada. Se necesita mirar la crisis de la salud, obedecer el principio de la realidad y sentido común.
La conformación de los equipos de gobierno en cada ministerio será la expresión del cambio político. Sin embargo, en el Minsa no será fácil. Es posible que los actores de la reforma de salud humalista exijan con vehemencia y en forma mediática el cupo que por derecho creen que les asiste de continuar conduciendo la reforma de salud humalista porque, según ellos, se trataría de una política de Estado. A pesar de que el Foro del Acuerdo Nacional aprobó por consenso y ahora sí como política de Estado, “Los objetivos de la reforma de salud”, que hizo trizas los planteamientos de la reforma de salud humalista.
La nueva ministra de Salud deberá elaborar los lineamientos de su gestión bajo las pautas del premier, en el más breve plazo. No solo con miras a obtener la confianza del gabinete ante el Congreso de la República, que parece descontado, sino sobre todo para darle consistencia, coherencia y trabajo en equipo al nuevo Gobierno.