Los provincianos más optimistas están viendo en Martín Vizcarra –recientemente juramentado Presidente del Perú– un personaje cuya gestión se ocupará con mayor detenimiento de las regiones del país y sus problemáticas específicas. Los gestos políticos que tuvo la primera semana de mando, nos dan una ligera esperanza de que así será. En el caso del sur –como en el resto del país– hay una serie de proyectos paralizados, y no hablamos de obras con pequeños impactos, sino de una agenda de proyectos postergada que dinamizaría la economía regional.

En primer lugar está el Gasoducto Sur Andino (GSA), un proyecto que se concesionó hace diez años, que tuvo drásticos cambios en presupuesto y está en el ojo de la tormenta no sólo por este hecho, sino por el cambio de concesionario, cuando quedó en manos de Odebrecht, famosa por sus prácticas corruptas. Ha tenido varias postergaciones en los últimos tres periodos presidenciales, incluyendo el más corto de Pedro Pablo Kuczynski. A la fecha, la obra sólo cuenta con un 35% de avance, y aún está en discusión su diseño, pues en el sur se ha propuesto que no sólo sea fuente de energía, sino que permita el abastecimiento para el desarrollo de la industria petroquímica.

Otro de los proyectos que está en cuestión es el aeropuerto de Chinchero, uno de los proyectos emblemáticos del Cusco, que así como el GSA ha tenido su vía crucis durante muchos años. Quizá este será el más peliagudo para el presidente, pues estuvo comprometido con los intentos de destrabarlo hace un año, lo que le costó la renuncia al Ministerio de Transportes y Comunicaciones. PPK le encargó la defensa del proyecto seriamente cuestionado por irregularidades en la forma en que se llevaría a cabo, y lo dejó solo, a merced de un fujimorismo que aprovechó la ocasión para dar otro de sus zarpazos al Ejecutivo. Diversas organizaciones cusqueñas, públicas y privadas, han incorporado el proyecto en una reciente lista de pedidos que piensan negociar con Martín Vizcarra, pero no sabemos si el presidente tendrá la muñeca política suficiente para tomar nuevamente las riendas de Chinchero sin salir chamuscado.

En Arequipa, fuera de las carísimas obras de infraestructura vial, el pedido más importante es el destrabe del proyecto Majes II. En este momento el proyecto se encuentra en stand by debido a que la concesionaria –Cosapi– ha planteado un cambio de tecnología de riego que lo encarecería en US$ 107 millones, los que tendrían que ser asumidos por el Estado; con el agravante de que Cosapi fue incluida en la investigación que la Fiscalía realiza sobre el “Club de la Construcción”. El proyecto Majes Siguas se encuentra paralizado desde febrero. A finales de este mes se tendría que resolver la adenda del contrato con el cambio de tecnología hidráulica planteada por la concesionaria.

Otro proyecto que pondrá a prueba la habilidad política del nuevo mandatario es Tía María. Si bien no está en la agenda de desarrollo por las diferencias de opinión que hay entre varios sectores sobre su ejecución, este proyecto es un verdadero test de la capacidad del Estado para conjugar la necesidad de viabilizar grandes inversiones con las demandas de una población que en dos oportunidades ha rechazado su implementación por considerar que atentaba contra sus derechos.

Otros puntos de agenda relacionados con las grandes inversiones que también deberá considerar la nueva administración del Presidente Vizcarra, son el Tren Bioceánico y el desarrollo del Circuito Turístico del Sur. Estos proyectos, junto a los mencionados anteriormente, han sido discutidos en diversas mesas de diálogo interinstitucionales animadas por el Colectivo Macro Sur, y que se han llevado a cabo en Arequipa, Puno, Cusco y Moquegua.

La agenda del sur no se agota desde luego en los megaproyectos de inversión; hay otros puntos relacionados, por ejemplo, con la diversificación productiva, el desarrollo regional, la lucha contra la corrupción y la seguridad ciudadana. Esperemos que Martín Vizcarra, un hombre que ha forjado su carrera política en provincia, pueda desplegar las fuerzas suficientes para echar a andar al sur. Lo necesitamos.

 

desco Opina - Regional / 6 de abril de  2018