Por Milcíades Ruiz

Estamos viviendo una época de grandes avances tecnológicos que cambiarán la vida en el planeta. La inteligencia artificial viene facilitando operaciones que se creían imposibles. Al igual que la industrialización en el siglo XVIII cambió el antiguo sistema de producción, la digitalización electrónica está innovando y supliendo actividades tradicionales que han pasado a ser obsoletas. Desde que se dejó de usar la máquina de escribir la evolución tecnológica ha dado pasos asombrosos. Hoy la tecnología digital permite ubicar y vigilar con mucha precisión todo enemigo social aun en clandestinidad..

Resulta por ello vergonzoso y fatal, que nuestro país se mantenga a la zaga, en comparación con otros que habiendo iniciado su vida republicana recién en el siglo pasado, como el pequeño Vietnam, nos provean de tecnologías sencillas que nosotros hemos sido incapaces de desarrollar. La investigación científica y tecnológica es el principal instrumento de desarrollo económico social de nuestro tiempo pero nos conformamos con ver las maravillas que otros hacen, sin que a nuestras autoridades se les ocurra visionarlas como estrategia nacional. Por el contrario se combate las réplicas impidiendo que se desarrollen.

El Perú vive orgulloso de su pasado y de su tradición lo cual está bien, pero no se proyecta para mantenerse a la vanguardia. El conservadurismo colonial se ha mantenido en la república como una añoranza, cuyos rezagos los mantenemos en nuestra cultura atrofiada y muchos quisieran volver a los tiempos de los señores de “fina estampa”. De este modo, mientras la modernidad utiliza tractores computarizados que reporta las deficiencias del suelo y otros datos agronómicos, nuestros compatriotas del ande siguen usando la chaquitaclla prehispánica. ¿No es esto una vergüenza nacional?

Estamos orgullosos de la cultura milenaria de comunidades nativas del ande y de la selva, pero se las mantiene en el más horrendo atraso, usando ojotas en plena nieve o con vestimentas y utensilios rústicos en medio de una dramática pobreza. Alentamos la cultura primitiva porque no la sufrimos en carne propia y la encumbramos como un orgullo tonto, mientras otros países se aprovechan de nuestro atraso generalizado, llevándose nuestros más valiosas riquezas, que bien podrían llevarnos a la vanguardia de las tecnologías.

Han pasado al olvido nuestros ideales de sustitución de importaciones para ir creando la base de sostenibilidad de nuestra patria con miras a una sociedad mejor para nuestra descendencia. Solo se piensa en la inversión extranjera y se deja de lado la inversión nacional. La corrupción política ha distorsionado nuestros anhelos patrios. El entreguismo es la más vil de las corrupciones pero a los vende patria no les pasa nada. “Otros se venden, yo no” dice uno de los corruptos ex presidentes, muy seguro de que no le encontrarán nada.

Al mafioso Al Capone tampoco le podían encontrar nada sobre los crímenes pues tenía todo asegurado para que lo exculparan. Se le tuvo que encarcelar por evasión de impuestos porque no había otra manera. Tampoco se le ha encontrado nada a Fujimori sobre el dinero que sacaba del país en maletas ni sobre el narco avión presidencial, pues todo ya ha sido lavado. Pero hoy la tecnología permite ingresar a las intimidades del hampa y el espionaje. Claro que hay poderosos a los que conviene que Perú siga en el atraso para lucrar con ello, pero quizá sea oportuno plantearlo.

Viene al caso, precisamente, la necesidad de implementar un sistema nacional de inteligencia contra la corrupción para que el caso descubierto por casualidad no quede simplemente como un escándalo que sucedió en nuestro tiempo. El crimen organizado está en todos los ámbitos de nuestra organización nacional y no se trata solo de reformar lo que saltó a la vista. La triquiñuela de que los audios y vídeos no autorizados por un juez son ilegales no debería ser motivo de impunidad para los corruptos que nunca fueron descubiertos.

¿Por qué esperar que la casualidad nos muestre la podredumbre? Si sabemos que la corrupción está institucionalizada soterradamente en toda la estructura del sistema vigente ¿Por qué no hacer la investigación permanente de oficio en todos los organismos y poderes del estado, si necesidad de autorización de un juez? La inteligencia financiera no necesita autorización de un juez para hacer el seguimiento de los extraños movimiento de dinero.

En el interior del país, el pueblo sabe quiénes son los corruptos porque es testigo presencial, pero carece de poder para actuar contra la corrupción. Muchos ven pasar la corrupción sin poder hacer nada. Se sabe que los corruptos son poderosos y nadie se atreve a denunciar. Quien lo haga, pagará las consecuencias. Es estas condiciones, mientras la organización popular no tenga la autoridad reconocida, es imperioso actuar con la tecnología disponible para minimizar la corrupción y las injusticias.

Entonces se dirá: ¿Bajo qué autoridad estaría es organismo de inteligencia anticorrupción? Es indudable que se requiere autonomía y personal altamente calificado, con gran despliegue de tecnología avanzada. Pero no deberían ser elegidos ni destituidos por los políticos sino por organismos mixtos como contraloría y poder judicial por ejemplo.. En todo caso, es cuestión de buscar la mayor seguridad.

La sugerencia es discutible y seguramente habrá mejores opciones. Sea como fuere, la idea es utilizar lo más desarrollado de la tecnología de inteligencia, para reducir hasta donde se pueda, la epidemia de la corrupción y tenerla controlada permanentemente. Salvo mejor parecer.

 

Julio 2018

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