Por Herberth Cuba García
Retos generados por la llegada masiva de venezolanos
La inmigración masiva es un fenómeno nuevo para el Perú. En muy poco tiempo han llegado, según versiones oficiales, casi 500,000 venezolanos. Sin embargo, no es nuevo en nuestro país el desplazamiento humano masivo y desorganizado. Al interior del Perú, sobre todo a finales del siglo XX, se han producido grandes migraciones de ciudadanos, de diversas culturas, desde el campo a las grandes ciudades. Además se han creado nuevos distritos a consecuencia de la migración interna. Es decir, hay experiencia en las esferas de gobierno y en la propia población para los grandes desplazamientos de seres humanos en el Perú.
La inmigración en general no es un problema, sino la pobreza de los inmigrantes. Todos los países reciben con beneplácito a los inmigrantes pudientes o destacados. Sin embargo, frenan o impiden la inmigración de los pobres. Los mecanismos y pretextos de los filtros y barreras son diversos, desde los de índole cultural, religiosa o política, hasta los de seguridad nacional.
El desplazamiento de los peruanos a las grandes ciudades fue un fenómeno invisible para el gobierno. Los propios pobladores tuvieron que hacerse visibles a través del reclamo y la protesta. Así se construyeron escuelas y establecimientos de salud, y se crearon municipios y comisarías, entre otros. Sin embargo, el fenómeno migratorio venezolano es auspiciado por el gobierno, mantiene acuerdos internacionales y, en consecuencia, no puede gestionarse a través del reclamo y la protesta. El Perú ha firmado compromisos internacionales y ha promulgado normas para facilitar la estadía de los inmigrantes, que debe cumplir.
El primer reto es la creación, en la Presidencia del Consejo de Ministros, de un ente que analice, evalúe y haga el seguimiento del fenómeno migratorio venezolano. Esto implica comprender la oferta de capacidades que traen los venezolanos y ajustarlos a la ubicación geográfica y a la demanda de nuestro país, a través de incentivos; discernir entre carga social, delincuencia y fuerzas productivas; implementar mecanismos de apoyo social ad hoc para las cargas sociales dentro de los programas sociales; afinar los mecanismos de seguridad interna, y discernir las necesidades adicionales de salud, educación, vivienda, seguridad, entre otros servicios, para incluirlos en la Ley de Presupuesto de la República.
El segundo reto es que cada sector evalúe sus necesidades para ajustar las capacidades de los inmigrantes. Por ejemplo, nuestro país requiere profesionales de todas las áreas. Sin embargo, es necesario un proceso de inducción y complementación de la formación a la realidad nacional. Es obvio que este proceso será diferente para cada profesión. Las universidades deberían analizar, en modo comparativo, los procesos de certificación profesional, titulación y acreditación curricular de Venezuela, con la finalidad de complementar lo que haga falta para nuestra realidad.
El tercer reto, corresponde al trabajo proactivo de los colegios profesionales. La simple oposición solo retarda la comprensión del fenómeno migratorio e impide que nuestro país minimice los efectos negativos y maximice los efectos positivos de la migración venezolana. Es necesario que participen en cada uno de los grupos de trabajo que deberá organizar el gobierno para dicho fin. Los sindicatos deberían velar por el cumplimiento de las normas laborales para todos. Excluir a los venezolanos del reclamo sindical es peligroso, porque crearía mecanismos que perpetúen las diferencias y que, a la larga, generarían pérdida de derechos de los propios trabajadores peruanos.
El cuarto reto es el nuevo y arduo rol que deben desempeñar los gobiernos municipales. No solo por los programas sociales, sino también por el comercio ambulatorio y la “distribución de las calles”, la convivencia en las calles y en los asentamientos humanos: agua, luz, desagüe, baja policía, entre otros. No es fácil. El pensamiento xenófobo, inherente a un problema migratorio de esta magnitud, debe ser resuelto en la práctica, en el día a día, a través de la distribución justa ante la escasez.
A ciegas no se pueden resolver los problemas. Eso es lo que ocurre con el fenómeno migratorio venezolano: el gobierno no sabe con certeza quien ha entrado, su nivel socioeconómico, el grado de estudios. No sabe cuántos son profesionales ni qué tiempo de experiencia tienen. Eso es grave porque el desconocimiento incrementa los niveles de incertidumbre de la población, sobre todo de las más pobre, y la hace proclive a aceptar, con mayor facilidad, a las ideas xenofóbicas y al conflicto social.
Los humanos migran con sus enfermedades y son susceptibles a las enfermedades del país donde migran. Es decir, el Sistema Nacional de Salud, es sometido a mayores exigencias. No solo en la curación y la rehabilitación, sino sobre todo en la promoción de la salud y la prevención. Nuevos estilos de vida, nuevas costumbres, nuevas creencias y, sobre todo, el stress psicológico de adaptación a nuevas realidades. Es muy difícil adaptarse al cambio de los usos y costumbres. El acompañamiento del sector salud es muy importante.
31 de agosto del 2018
Asociación Médica Peruana