Por Herbert Mujica Rojas

Cuando, en su discurso inaugural el presidente de la Asamblea Constituyente de 1978, Víctor Raúl Haya de la Torre, dijo en uno de sus más célebres pasajes: “La hora de las asambleas sumisas y parlamentos vasallos ha pasado”, anticipaba la esperanza que el Congreso fulminara actuaciones vergonzosas y repugnantes que la historia ha registrado y basta con revisarla.

Cuatro décadas después, un 15 de octubre de 2018, Perú fue testigo de cómo un cuerpo unicameral volvió a ser un parlamento sumiso y vasallo de su propia mediocridad blindando a  impresentables de su seno y también de la magistratura cuyo lugar más adecuado debía ser la cárcel y el sempiterno repudio ciudadano.

¿Qué respeto puede concitar una corporación tan pródiga en la exhibición de seres grisáceos, incapaces de entender la realidad nacional, sus urgencias, precariedades y los caminos constructivos de solución en democracia con inclusión y sin privilegios?

Las filudas admoniciones de don Manuel González Prada en Los honorables, Bajo el oprobio 1914, retratan duramente:

“¿Qué es un Congreso peruano? La cloaca máxima de Tarquino, el gran colector donde vienen a reunirse los albañales de toda la República. Hombre entrado ahí, hombre perdido. Antes de mucho, adquiere los estigmas profesionales: de hombre social degenera en gorila politicante. Raros, rarísimos, permanecen sanos e incólumes; seres anacrónicos o inadaptables al medio, actúan en el vacío, y lejos de infundir estima y consideración, sirven de mofa a los histriones de la mayoría palaciega. Las gentes acabarán por reconocer que la techumbre de un parlamento viene demasiado baja para la estatura de un hombre honrado. Hasta el caballo de Calígula rabiaría de ser enrolado en semejante corporación.”

Como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, para el 9 de diciembre está programado el referéndum que confirmará la potente voluntad del pueblo de votar contra la reelección inmediata de los precarios inquilinos actuales y contra una mañosa bicameralidad que dejaba rendijas para la intromisión de vacas sagradas en forma de contrabando.

Es decir Perú tendrá esa misma tarde, luego de las 4 pm., la confirmación de su repudio vía referéndum hacia quienes hasta hoy sólo han dado cabales exhibiciones de aturdimiento genético y miopía cerebral fulminante. Desde julio del 2016 a la fecha son cientos las demostraciones de grosería del más bajo nivel los vistos por la ciudadanía.

Y como no se resignan a perder el teatro donde consuman sus operaciones de toda índole, inventan golpes, alientan inconductas, producen errores ridículos y de novatos pero con el oprobioso designio de proteger a capitostes que conocen y manejan situaciones muy bien documentadas de un pasado vergonzante que ha hecho ricos a no pocos.

Raro privilegio el de este Congreso de disputar el título de mediocre entre los más mediocres de los últimos 35 años.

 

16.10.2018