Mientras los medios y la opinión nacional se encuentran concentrados en juicios y destapes de corrupción, el problema cafetalero en la selva central continúa sin solución definitiva. Así, las últimas movilizaciones de los productores de la región han puesto sobre el tapete algo más que el problema del crédito agrario, eje de los reclamos a raíz de la plaga de roya amarilla que llevaron a la crisis del sector cafetalero hace cinco años: la venta y el abandono de los predios agrícolas, la fragmentación familiar por la migración en busca de empleo, y una reconversión productiva de resultados inciertos hacia el kión, el maíz, la yuca y los cítricos, sobre los cuales hay poco conocimiento técnico, pero una alta dependencia de los acopiadores.
Otra dificultad es la fragmentación y falta de representatividad de las organizaciones de productores, que ante una misma situación tienen posiciones diferentes. Así, un sector de cafetaleros propuso y negoció la extensión de plazos y la reducción de los intereses (2016 y 2017), un segundo grupo negoció en setiembre del 2018 soluciones similares; en tanto un tercer grupo propugna la condonación total de la deuda (octubre 2018). El gremio cafetalero fracasó en lograr la condonación, perdiendo representatividad y facilitando condiciones para el ascenso de dirigentes con posturas aparentemente más recalcitrantes. Cabe señalar que ser beneficiarios de una condonación obtenida por movilizaciones y presión, incluiría a los cafetaleros en una indeseada cartera de clientes inelegibles por la banca, bloqueando su acceso a financiamientos en condiciones adecuadas, quedándoles como única opción recurrir al capital usurero.
Los problemas organizativos y la falta de representatividad de los gremios de productores agrícolas y la ausencia de un pliego único es común en el agro nacional, lo que se evidenció en los primeros meses del año durante la crisis derivada de la sobreproducción de papa; la que llevó a negociaciones separadas con varios grupos con propuestas diferentes.
Nuestro café ha logrado reconocimientos en muchos certámenes internacionales, pero los costos de producción y la cotización de la Bolsa de Comercio no son compatibles con las necesidades económicas de las familias productoras. La buena productividad que han alcanzado algunos, no contrarresta los bajos precios que limitan seriamente la capacidad de acumulación del productor y por tanto sus posibilidades de honrar compromisos y cubrir sus necesidades económicas. Existe un incremento del mercado nacional, que genera esperanzas de mejorar los ingresos del gremio en el mediano plazo, pero parece ser aún insuficiente.
Durante el mes de noviembre, grupos de cafetaleros han mantenido reuniones para reorientar sus medidas de lucha para lograr la condonación de deudas, pero sin considerar las consecuencias de esta medida, especialmente la quiebra de Agrobanco que, a mayo de 2017, contaba con una pérdida contable de S/ 146 millones. La condonación de la deuda cafetalera agravaría su situación y la colocaría en situación de inminente quiebra.
En conclusión, la deuda por la crisis del café tiene contra la pared a los cafetaleros y al mismo Minagri. En el corto plazo, es muy probable que se produzcan nuevos bloqueos de carreteras y demandas de condonación. Se confirma una vez más también, la escasa capacidad del Estado para proponer políticas diferenciadas de desarrollo que incorporen las peculiaridades de cada contexto local.
desco Opina - Regional / 30 de noviembre de 2018