Por Herbert Mujica Rojas

Los vivazos reeleccionistas no podrán, de forma inmediata, usar curules a las que estaban acostumbrados para sus tareas múltiples y, de cuando en vez, también legislar.

Los burros sagrados, esos que presumen que su inclusión en una negada Cámara Alta o Senado, les venía por derecho celestial o por contrabando, también se quedaron con las ganas. Hablaban de experiencia –de sabiduría nunca por inexistente- pero ¡qué pena! nadie les creyó.
 
El tsunami que fue el referéndum aplastó con porcentajes contundentes la humana ambición de vivir fácil de los impuestos del pueblo, con inmunidad para hacer o decir cualquier disparate y gozar de protocolos absurdos, tratamientos truculentos e ignotas maniobras de las que nunca hay registro escrito.
 
Por la edad, hay quienes continuarán en el olvido de la historia y dejarán vacíos en el Congreso que dudosamente alguien, por piedad sobre todo, recordará con nombre y apellido. La grisura del 90% de los burros sagrados es de tal magnitud que, alejados de la curul, volverán a su estado natural: la nada.
 
Perú tiene que darse su propia respuesta. Enterrar a quienes han hecho de la política vil negociado culpable, escenario para el tráfico de influencias, plataforma y catapulta de no pocos pobres diablos que industrializaron el latrocinio con dedicatoria y según quién pagaba las campañas, de dentro o desde afuera.
 
Urge el recambio generacional que remita a los viejos y podridos, repitentes contumaces, a la tumba. ¿Están los más jóvenes embebidos de su tarea fundamental para tomar la posta? Para eso hay que internarse en los caminos de la política. Pero no de aquella degenerada que prohíja toda clase de actos delictivos. De otra decente, creativa, impulsadora de esas grandes causas que no perecen por el miedo ni por las coimas del volumen que fueren.
 
Tómese nota que a pesar de haberse cancelado este diciembre 2018 a los congresistas, el pueblo peruano tendrá que pagar los sueldos de aquellos hasta julio del 2021. Los parlamentarios han perdido cualquier, hasta el más mínimo, respaldo.
 
En los días y semanas que vienen esta situación se hará más notable y a simple vista. El referéndum que zarandeó al Congreso muestra porcentajes potentes de más de 80% de repudio. El revés no pudo haber sido peor.
 
La grita de los consabidos ya arrancó. Pero es el desfleme propio de quienes no tienen otra opción más o menos decente, antes de partir a la oscuridad que el archivo inane les tiene reservada.
 
Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz, decía Manuel González Prada.

 

11.12.2018