Por Herbert Mujica Rojas
Se produce en Perú un fenómeno político interesante: un Congreso fue fulminado por el referéndum del 9 porque el pueblo votó contra la reelección inmediata de legiferantes y se opuso a la bicameralidad porque intuyó claramente que los burros sagrados pretendían colarse a un Senado que no fue.
Pero serán los semi-difuntos de Plaza Bolívar los que deban discutir cómo se conforma el organismo reemplazante del extinto Consejo Nacional de la Magistratura. La pregunta cae de madura: ¿con qué autoridad? El pasado domingo la censura popular fue categórica. Los malabares numéricos no logran ocultar la espectacular derrota.
A los semi-difuntos hay que pagarles el sueldo completo hasta el 28 de julio del 2021.
Con luces más bien opacas ha dicho un parlamentario que ahora se carece del aliciente para trabajar porque no habrá reelección. La especie dice el grado de estupidez aguda que ataca al susodicho que tiene más de tres lustros mediocres viviendo del impuesto de los peruanos.
Con el aparato cómplice de una prensa eco de naderías pronunciadas a cada rato por los semi-difuntos hoy se atizan escándalos que debieron, de haber ocurrido, ser denunciados al instante.
Los grandes monigotes incendiarios y acusadores de dictaduras, persecuciones y acosos, recibieron una fuerte cachetada el 9 de diciembre. Gústeles o no, el referéndum expresó el asco ciudadano hacia los semi-difuntos de Plaza Bolívar y a los propagandistas tremebundos. Y majaderos hasta el hartazgo.
Si los semi-difuntos de Plaza Bolívar han sido conculcados en su razón de ser, que siempre fue débil y sobre todo mísera intelectual y políticamente ¿que justificación hay para tomarlos en cuenta para las grandes decisiones aprobadas en el referéndum?
En un país normal, por principios, vergüenza y comprensión, los repudiados deberían ejercer los mecanismos más efectivos para apresurar la marcha que nos librará hasta después del 2021 de su impertinente presencia. Pero para no pocos Plaza Bolívar es el monto y fecha fija de pago, honores bobos, choferes, tropas de secretarias y pelotones de asesores, entonces eso “es vida” para aquellos.
Los municipios y los gobiernos regionales son fuente indudable del poder ciudadano. Mientras que el Parlamento ha dejado de serlo, la acción envolvente y arrolladora del referéndum sí que constituye una opción atendible.
El trípode municipios, gobiernos regionales y referéndum con participación genuina e indubitable del pueblo, constituye una herramienta indesdeñable que superará a payasos que inventan asilos o que se mueren de miedo por prisiones aún no decretadas y que en todo caso, gozan de una merecida fama de deshonestos y tramposos.
No puede creer, tampoco, el gobierno del presidente Martín Vizcarra que ha ganado un cheque en blanco para motorizar leyes antilaborales o atropellos en favor del lucro de empresas abusivas. ¡Eso no, ni hoy ni mañana!
13.12.2018