Por Raúl Allain (*)
El fenómeno de la globalización se viene imponiendo en el mundo. Lo que era impensable hace décadas, es ahora una realidad, especialmente por el desarrollo vertiginoso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Sin embargo, este rápido avance y la promesa de una “aldea global”, tal como lo planteaba McLuhan, donde el intercambio económico, comercial y cultural es posible incluso arrasando las “identidades regionales”, requiere de un análisis profundo.
¿Qué riesgos tiene la globalización? ¿Hasta qué punto la comunicación global es solo un espejismo? ¿Cómo lidiar con los temas de las culturas minoritarias, de la exclusión social y el desarraigo local? Son algunas de las preguntas que pretendemos abordar en este artículo.
Solamente en el respeto de la individualidad, en el reconocimiento de la identidad regional, será posible una verdadera y auténtica justicia social.
Es cierto que la globalización podría encarnar el “progreso de la humanidad”, pero para los críticos más severos aquella es la punta de lanza de la dominación económica y cultural, porque a través del impacto tecnológico –afirman sus detractores– los países poderosos pretenden imponer formas económicas, de producción y de comercialización, así como modos y estilos de vida ajenos a las culturas nativas o locales.
Incluso la ONU, en un documento sobre los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODM), exige un replanteamiento del enfoque de la globalización.
Uno de los retos que tienen tanto los países en vías de desarrollo como los desarrollados, es cómo combatir los problemas sociales, ambientales y sanitarios que conlleva la globalización.
Se habla de una internacionalización de los males, o de problemas a escala global: deterioro atmosférico, peligro nuclear, escasez de agua, epidemias como el sida, narcotráfico, tráfico de armas, terrorismo nacional e internacional, desempleo, violación de los derechos humanos, neofascismo y neonazismo, pobreza, explotación y exclusión social, tráfico de seres humanos como esclavos y la trata de personas.
Pero hay otros aspectos preocupantes, como la tendencia a la privatización de los servicios de salud y educación, que son obligación del Estado, así como la relativización de los derechos laborales y la depredación del medio ambiente en plena crisis climática global. Sin duda, hay que estar alertas.
(*) Escritor y sociólogo. Presidente de IPJ y director de Editorial Río Negro.
Expreso, Lima 20-12-2018
Raúl Alfonso Allain Vega. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud y director del sello independiente Río Negro.