Hace unos días, desde una cuenta en Facebook –usada como fachada por una extinta revista de cuyo nombre no quiero acordarme– fui insultado, calumniado y difamado. Siguiendo esa oscura consigna de lanzar la piedra y esconder la mano, unos pseudoperiodistas atentaron contra mi honor y mi dignidad personal, solamente para ridiculizar mi columna semanal en el diario Expreso.

Este incidente (que supone un delito de injuria, calumnia y difamación sancionado por el Código Penal) me hizo reflexionar acerca de cómo algunas personas utilizan las redes sociales como escondite para deslizar su imbecilidad y falta de ética profesional, enarbolando una falaz “libertad de expresión” y dedicándose a pervertir el periodismo con esa praxis letal del insulto.

El auge de la internet ha dado lugar a la aparición del periodismo digital, que es una excelente plataforma para la difusión de noticias y opiniones, siempre y cuando se realice con respeto a la persona y con el criterio de veracidad, objetividad y de construcción de una mejor sociedad.

Sin embargo, tal como lo ha dicho Umberto Eco, las redes sociales muchas veces le dan voz a los imbéciles. Tal como viene ocurriendo, esa opinión tiene fundamento. Miles de personas interactuando en la autopista de la información, pero la mayoría de ellas opinando sobre lo que no sabe. Y lo que es peor, una inmensa proporción de ellos se dedican al ataque y al insulto, y ahora se les conoce con el nombre de “trollers”, gente que se dedica solamente al improperio y a la ofensa.

En el caso que les comento, logré averiguar el nombre de la persona que dirige esa publicación, a quien he enviado una carta solicitando que se rectifique públicamente de la injuria, calumnia y difamación que ha cometido en mi contra. Su respuesta es risible: asevera que ellos practican el “sarcasmo” y que este no está penado por la ley y que nadie podrá obligarlos a rectificar. Esta respuesta bordea el cinismo y la ignorancia.

En un Estado de Derecho, en una sociedad culta y de respeto a la dignidad de las personas, si alguien discrepa de una opinión debe hacerlo con argumentos racionales y jamás con el insulto.

Raúl Alfonso Allain Vega. Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud y director del sello independiente Río Negro