Por David Auris Villegas*
Estando próximo a “celebrar” el Día Mundial del Agua, reflexionamos que irónicamente las personas acaudalas hacen derroche del agua y pagan menos que los pobres por su consumo en países subdesarrollados como el nuestro, donde aún no se ha logrado compartir los beneficios de poseer agua, generando en el 2015, una alerta del Foro Económico Mundial.
La escasez de agua en el planeta está creando grandes riesgos a partir de un irresponsable y heterogéneo consumo.
Respecto a esta situación los estudios más rigurosos informan que una cuarta parte de personas del planeta, carece de agua potable. En su mayoría es en los países más pobres donde se posee grandes cantidades de agua, como Perú que, según los expertos, el consumo de agua en las capitales de países en vías de desarrollo es el doble que los consumidores europeos.
Evidenciando una deficiente gestión por parte de las autoridades del agua que con la tecnología de hoy son posibles, sin embargo no han logrado hacer frente de manera exitosa a este gran desafío mundial, olvidando que este recurso natural es una de las necesidades más básicas de la humanidad y consideradas en los países desérticos, como un regalo divino.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud, recomienda un consumo de cien litros de agua por persona, no obstante los habitantes de las capitales de los países en desarrollo como Lima, el consumo duplica con creces, mientras la personas de la periferia y gran parte de las demás regiones apenas deben contentarse con agua estrictamente para consumo.
El agua, siendo indispensable para la vida, más allá de la contaminación y el cambio climático, es el malgasto de agua potable que genera la escasez, mostrando con desparpajo la enorme diferencia social, producto de insensibilización humana, pues los acaudalados gastan enormes cantidades de agua, limitando el acceso de este precioso líquido a la mayoría de habitantes.
Esta carencia de agua potable impide la oportunidad de desarrollar a los más pobres y débiles. El derroche absurdo de este precioso bálsamo por parte de los poderosos para sostener vanidades y propiedades, olvida que tarde o temprano la situación pasará factura a nuestro país, hipotecando el porvenir de las generaciones futuras.
Aunque gracias a la tecnología desalinicemos el mar como reflexionaba la BBC a comienzos del 2017 y más allá del esfuerzo de las instituciones mundiales como el Banco Mundial para hacer uso adecuado del agua potable, es necesario hacer un uso pedagógico del agua para impulsar un desarrollo sostenido, concientizando éticamente a la humanidad que al final del camino, tanto los acaudalados así como la masa de pobres, pereceremos bajo el filo de la sed que desconoce de clases sociales.
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25-1-2019