La visita de los gobernadores Zenón Cuevas y Walter Aduviri, de Moquegua y Puno respectivamente, al mandatario boliviano Evo Morales, se vislumbraba como un primer paso para la formación de un bloque poderoso del sur, uno que busque hacer visibles y posibles varias reivindicaciones comunes y proyectos conjuntos, como el gasoducto del sur y la petroquímica. Las declaraciones posteriores, ya en el ejercicio de funciones, y las propuestas de otros gobernadores del sur vinculadas al gas boliviano, reforzaban esa esperanza; sin embargo, en febrero todo se desvaneció.
Dos hechos han implosionado el bloque. El primero, el reproche de Walter Aduviri a su homólogo arequipeño, Elmer Cáceres Llica, de no poder entablar diálogo alguno por su falta de interés y porque usualmente, “está borracho” durante los GORE convocados por el Ejecutivo. El segundo, el izamiento de la bandera de Puno en Pasto Grande, territorio en disputa reclamado por los puneños, pero asumido por los moqueguanos como parte de su jurisdicción. Walter Aduviri también fue el protagonista de este incidente.
Cáceres Llica no ha respondido a Aduviri Calisaya —al menos no públicamente—, pues en enero su jefe de prensa anunció que no haría declaraciones a medios durante los primeros 100 días de su gestión. Pese al silencio, lo que se vislumbra es una batalla intestina por el agua, por la construcción de la represa Paltuture (antes Paltiture), anunciada anualmente por el Ejecutivo desde la presidencia de Alejandro Toledo.
Respecto al segundo incidente, Zenón Cuevas ha hecho público un pronunciamiento oficial. En uno de los puntos señala que interpondrá acciones legales para deslindar responsabilidades por los hechos ocurridos ese día y que defenderá legal y pacíficamente sus legítimos derechos respecto a este territorio; mientras, Walter Aduviri denunció un intento de asesinato en su contra de parte de funcionarios moqueguanos. Aquí tampoco hay un buen augurio sobre este problema limítrofe.
Entre tanto, el Ejecutivo está aliviado. Si antes se mostraron nerviosos por la presión de los gobernadores sobre el gasoducto del sur, ahora respiran tranquilos. A solicitud del Ministerio de Energía y Minas y Proinversión, una consultora viene evaluando tres nuevos trazos para el gasoducto. Así las cosas, la reiteración del pedido del gas boliviano para Puno planteada por Walter Aduviri, será tomada como una pataleta personal y no como la reivindicación de un bloque. El GORE seguirá siendo un espacio para que cada gobernador gestione dinero para su jurisdicción, desvaneciéndose la posibilidad de articular esfuerzos territoriales que propongan una política conjunta. Lo único que queda es que la ciudadanía alce la voz, porque si depende de los gobernadores, serán otros cuatro años perdidos.
En este marco, está en agenda la necesidad de recuperar la capacidad de pensar la Macrorregión Sur como el territorio articulado e integrado que permita hacer contrapeso efectivo al centralismo limeño, lo que implica ampliar la mirada localista que ha estado vigente en los gobernadores regionales desde que se establecieran las regiones sobre la base de los departamentos.
desco Opina - Regional / 8 de marzo de 2019