Herbert Mujica Rojas

El fallecido Alberto Kenya Fujimori no pagó ¡ni un centavo! por las reparaciones civiles que debía y que se exigieron en las sentencias por las que fue condenado. Hecho objetivo, injustificable y que escamotea un mandato legal.

 

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Las tenebrosas estaciones de su decenio, pasan por recodos infames de crimen, abuso, inmoralidad a raudales en la administración estatal, remate de las empresas públicas y venta delictiva de infraestructuras que luego fueron revendidas a 4 ó 5 veces su valor original. ¿Cuántos millonarios forjaron sus riquezas sucias durante sus años de gloria y abuso?

Es hora no sólo de refrescar la memoria a los tozudos que repiten cantinelas fabricadas para pasar por alto las iniquidades de esos gobiernos sino también para “asimilar” como comunes y “criollos”, severos asaltos al dinero del Estado vía contratos con nombre y apellido.

¿Qué otras agrupaciones políticas apisonaron y alfombraron desde su desvergonzado paso por el Congreso, leyes con dedicatoria, beneficiosas a grupos económicos que se levantaban al país entero, haciendo de auténticos pobres diablos, miembros novísimos y huachafos de los nuevos ricos que usaban sobretodos Gucci y ¡zapatillas!

¿No fue virtualmente absorbido el alanismo y sus principales plazas electorales en el ex Sólido Norte? ¿Han estudiado lo perjudicial de ese fenómeno reductor que eliminó por pésima dirección política, a una agrupación que construyera con sacrificio, lágrimas y heroísmo un fortín cívico por décadas?

Los comités de Ronderos y la Fuerza Armada, en conjunto y coordinación, lograron derrotar y desterrar al senderismo criminal que asolaba y ultimaba a los compatriotas. Cuando la captura de Abimael Guzmán, Kenya Fujimori estaba de pesca en la Selva, desconocedor absoluto del evento.

¿Qué clase de gobierno ordena luto, bandera a media asta y honores oficiales para quien no pagó los S/ 57 millones de reparación civil? Es decir, de quien se burló de la sentencia e hizo caso omiso y hasta pidió pensión por haber sido mandatario. Inexistente vergüenza, cinismo al máximo, furgón de cola de quien sólo impulsa negocios particulares y sospechosos.

¿Qué hizo la dirigencia fujimorista que luego capturó el Congreso e impuso una mayoría cerril, demasiado mediocre pero que atacaba en bulto, a sangre y fuego cuando se trataba de torpedear al gobierno de PPK? Y no es que PPK fuera dechado de virtudes, fenicio de alto vuelo y embajador de intereses no peruanos.

He leído “opiniones” desopilantes acerca de la “necesidad” de pulverizar al fujimorismo. Sí creo que son una rémora negativa para el país. También ratifico que no hay otra forma de desalojarlos que ganándoles el debate, demostrando ser superiores a sus chatos instintos depredadores. ¡Y este examen de lo que fue el paso de los hunos fujimoristas por Palacio, es una modesta contribución!

El daño institucional del fujimorismo al país ha sido inmenso. ¡No hay espacio que no fuera cubierto por su accionar infeccioso! ¡Estafas, robos, cohechos, mentiras se convirtieron en anexos de todos los contratos que prevían las “coimisiones” infaltables!

En Perú se abolieron los valores, la educación escolar eliminó cursos fundamentales en un retroceso que no tiene explicación moral. Las Fuerzas Armadas dejaron de ser escuelas con disciplina para albergar pillos redomados de esos que no solo venden a sus madres sino que discuten, ardorosamente, el precio.

Los vendepatria, del mismo cinismo de esos que piden a gritos la privatización de Petroperú, fueron parlamentarios, ministros, gerentes, gobernadores, alcaldes. Perú dejó de ser un país para convertirse en un quiosco de apetitos diversos, todos cainitas y malvados.

¿No vimos cómo se compraban a los parlamentarios? ¿Cuántos recibieron dinero del capitán traidor Montesinos socio idéntico a Kenya Fujimori? El binomio Fujimori-Montesinos es indisoluble, el cianuro de sus malos efectos, perdura contra Perú.

La “ideología”, los psicosociales los creaba Montesinos y siempre actuaba al alimón con Kenya Fujimori. ¿A quién pedirá Fuerza Popular ahora “ideas”?

Cuando el país recupere, merced al esfuerzo de una juventud intrépida, el sentido del futuro para rescatar la victoria que nos debe el porvenir, abandonaremos la aberrante costumbre de rendir loas a los verdugos, rufianes y episódicos miserables que se hicieron del poder.

El Perú de las pandillas y cueva de ladrones, debe amenguar su influencia por obra imperecedera de la savia juvenil que edifica naciones con sus cantos, tradiciones y el aprovechamiento de sus prodigiosas riquezas naturales en el suelo, subsuelo, mar y proyecciones continentales.

Los peruanos deben aprender a ser críticos feroces de sí mismos. Al pan hay que llamarlo pan. Y al delincuente, delincuente.

¡Que otros callen, musiten en voz baja, vendan sus silencios, es tema de esa gentuza! Repito con González Prada: ¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

13.09.2024

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