Espada o miasma
Por: César Hildebrandt
Hay voces que solicitan despenalizar los delitos de prensa. Eso quiere decir, en suma, que el periodismo demanda un estatuto privilegiado desde el que la difamación puede pasar por opinión, la calumnia por periodismo investigativo y la mentirá por verdad. Todo en un solo pack de hipocresía. A mí que no me vengan con tumultos gremialistas. Lo que hizo Perú21 en el caso de la candidata a congresista Ana María Solórzano resulta una infamia pura y dura. Porque no sólo mintió atribuyéndole a una obstetriz honorable, madre de cinco hijas, el hecho de haber sido cajera de un prostíbulo por varias razones polvoriento, sino que, encima, conectó esa fábula hechiza con una candidata al Congreso de Gana Perú y, para colmo, incluyó a Ollanta Humala, el candidato que el diario había decidido asesinar a articulazos, en el tinglado de una portada cuyo titular era "Dinero Sórdido" y cuya insinuación era que el candidato de Gana Perú había sido financiado por la plata venérea de una cadena de burdeles. ¿Se puede ser más ligero? No. Y no se puede porque, como se probó, todo lo contado por Perú21 era mentira: ni la señora Rosario Amparo Torres Bedregal era "la tía Pocha", la legendaria mami de esa Casa Verde imaginaria construida por el diario anexo a El Comercio, ni había donado dinero alguno para la campaña de Humala en Arequipa. Lo único cierto es que la obstetriz calumniada es tía de la hoy congresista Ana María Solórzano y que Perú21 elaboró una mentira para ver si así mellaba la candidatura que se oponía a la de Keiko Fujimori. Porque de eso se trataba el asunto: el director de Perú21 es, con todo el derecho que la democracia le garantiza, un fujimorista nostálgico que suspira cada vez que recuerda sus tiempos de funcionario público de los jugosos 90.