Una batalla desigual
Sinesio López Jiménez

Esta segunda vuelta es una batalla desigual. Ollanta no sólo se confronta electoralmente con Keiko Fujimori sino también con todos los poderes (los grandes grupos empresariales, los medios, García, presidente de la República y Cipriani, el jefe de la Iglesia Católica conservadora) que la respaldan. No es poca cosa. Estos apoyos, especialmente el de los medios (que han renunciado al pluralismo y al equilibrio informativo) y el de García, quien está obligado (por su función) a mantener la neutralidad, han hecho que el proceso electoral no sea justo, que pierda su carácter competitivo y que sus resultados corran el riesgo de no ser legítimos. Al JNE se le ha escapado de las manos la conducción del proceso electoral. ¿Y qué dicen los observadores internacionales?.

Delitos de Lesa Humanidad en el debate (I)
por Guillermo Olivera Díaz; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

1.      Don Luis Bravo Villarán, Miguel Patiño Bottino, entre otros investigadores acuciosos, piden de buena fe, demasiado, en esta discutida materia.

Para moderar a Humala
 
Por Carlos Ferrero

 
El 70% de los peruanos no somos humalistas y ése porcentaje absolutamente mayoritario no se conformaría con un golpe de Estado. Además, no veo en las FF. AA. una voluntad de alteración del orden democrático, pues la experiencia les ha demostrado sus perjuicios. Por otra parte, en el continente americano todos los gobiernos-salvo-uno-provienen de elección popular, por lo que a nivel internacional habría reacción muy desfavorable a la ruptura constitucional, con negativas consecuencias para el país.
 



Por Herbert Mujica Rojas

A no pocos peruanos, dentro y fuera del país, les afecta poco quién gane el próximo 5 de junio. El Estado les ignora, los omite o no los considera, por tanto, cada gobierno practica la casi bicentenaria costumbre de no agitar demasiado la casa, apañando, de ese modo, una corrupción que figura en el ADN social peruano desde los primeros días como nación independiente. Y si la hija del delincuente Alberto Fujimori, Keiko, se alza con la victoria, el cáncer atrabiliario pero letal de la inmoralidad, el robo organizado y la destrucción de cualquier vestigio de decencia, habrá consumado, una vez más, otra estafa al Perú.

¿Con la Iglesia hemos dado, Sancho?

Por Gustavo Espinoza M. (*)
 
En busca de su bella, y al borde de la medianoche, entró don Quijote a la aldea del Toboso -silenciosa y tranquila- en procura de hallar el Alcazar donde debía encontrarse su bien más preciado, Dulcinea.  De pronto, y luego de andar unos doscientos pasos, -cuenta Cervantes- dio con un bulto que hacía sombra y vio una gran torre, que no era el castillo, sino el templo mayor del pueblo.

Rememorando el pasado sangriento de la Fujidictadura
Rigoberto García Ortega

Como ayacuchano que soy y vivió los años  violentos de la dictadura de Fujimori-Montesinos, aquí en nuestra tierra, sin haberme ido nunca a ninguna otra a ponerme a buen recaudo, corriéndome de los horrores de la guerra, tengo autoridad moral para afirmar que es una verdad y un hecho real que las peores vejaciones, torturas, persecuciones, secuestros, desapariciones, asesinatos y actos salvajes inimaginables contra un ser humano, entre ellos niños y niñas, mujeres embarazadas, adultos y ancianos de ambos sexos, perpetrado por las bandas criminales de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, y los provenientes de las acciones irracionales de Sendero Luminoso, ocurrieron principalmente en Ayacucho. Si bien es cierto que durante los 20 años de violencia las flagrantes violaciones a los derechos humanos ocurrieron asimismo en el resto del país, fue en esta región que se dieron los casos más execrables de genocidio: tanto en la ciudad como en el campo.