Un suicidio disciplinado
El vergonzoso y claudicante retiro de la candidatura a la alcaldía de la capital, de Carlos Roca por el Partido Aprista, indica varias cosas a la vez y todas estas circunstancias mezcladas entre sí, cocidas al calor de una mediocridad impresionante y con un servilismo a las órdenes de quien necesita encallar la nave política para aparecer el 2016 como el “Mesías” resucitador o locomotora de un conjunto cuyos vagones son piltrafas de lo que antaño fuera por cinco décadas la esperanza revolucionaria y antimperialista del pueblo peruano. El suicidio disciplinado acaba de noticiar al país cómo, el supuesto único partido político del Perú, le corre a un comicio, se atemoriza ante el fracaso y huye de la pelea con pusilanimidad condenable.