Los libros, mis amigos
Por Herbert Mujica Rojas
Historia de los girondinos, Alfonso de Lamartine, pp. 229-232, Editorial Americana, Buenos Aires, octubre 1945
“Isnard*, diputado de la Provenza, era hijo de un perfumista de Grasse. Su padre le había educado para las letras y no para el comercio, y había hecho en la antigüedad griega y romana el estudio de su política. Tenía en su alma el ideal de Graco, su valor en el corazón, y su acento en la voz. Muy joven aún, brillaba en su elocuencia el fervor de su sangre: su palabra era el fuego de una pasión coloreada por una imaginación del Mediodía: su lenguaje se precipitaba como las pulsaciones rápidas de la impaciencia. Era la vehemencia revolucionaria personificada. La Asamblea le seguía con anhelo y llegaba con él el furor sin pasar por la convicción. Sus discursos eran odas magníficas, que elevaban la discusión hasta la poesía, y el entusiasmo hasta la convulsión: sus gestos eran más propios para el trípode que para la tribuna: era el Dantón de la
Gironda, de la que Vergniaud debía ser el Mirabeau.