Lianchao Han, activista chino, informó que los científicos de su país sabían que el coronavirus COVID-19 era letal y “claramente contagioso” y las autoridades ocultaron esa información al mundo por un lapso.
Se han encontrado nuevas pruebas del sorprendente encubrimiento de China del brote pandémico en informes censurados de los medios de Wuhan.
Las muestras tomadas de pacientes enfermos y analizadas por al menos cinco laboratorios habían confirmado la existencia de un nuevo coronavirus letal antes de que China informara a las autoridades sanitarias mundiales sobre una enfermedad infecciosa, pero ellos decían que la enfermedad no estaba identificada.
Los informes obtenidos por The Mail on Sunday revelan que un equipo incluso descubrió que el virus era “claramente contagioso”, mientras que otros habían descifrado su composición genética, vital para desarrollar pruebas de diagnóstico y vacunas.
Sin embargo, los funcionarios tardaron otros diez días en admitir que había un nuevo coronavirus y tres semanas antes de que Pekín confirmara el 20 de enero que fue propagado por humanos.
“China sabía que el nuevo virus prevalecía en diciembre pasado, pero no informó al público ni compartió con la comunidad internacional”, dijo Lianchao Han, y agregó que “su irresponsabilidad probablemente ha empeorado esta pandemia”.
Las revelaciones están contenidas en una larga investigación realizada por Caixin, un grupo de medios independiente.
El informe en idioma chino se ha eliminado en línea, aunque una versión más corta en inglés que carece de detalles clave permanece accesible.
Este informe original muestra que antes del 31 de diciembre, cuando China informó a la Organización Mundial de la Salud sobre una misteriosa enfermedad similar a la neumonía, se enviaron nueve muestras de pacientes a laboratorios de todo el país.
Una muestra de un repartidor de 65 años llevado al hospital el 18 de diciembre fue a un centro de diagnóstico dirigido por una compañía de genómica en Guangzhou, sur de China. La empresa estaba tan preocupada por sus hallazgos que telefoneó al hospital de Wuhan el 27 de diciembre para hacer sonar la alarma y luego envió a su personal de mayor rango a la ciudad.
“Simplemente nos llamaron y dijeron que era un nuevo coronavirus”, dijo un médico.
Caixin también encontró una publicación en las redes sociales de un investigador de una empresa privada en Guangzhou que dijo que al instante se dieron cuenta de que el patógeno se parecía al coronavirus Sars de origen murciélago que provocó una epidemia en 2003.
Caixin dijo que el laboratorio “reunió una secuencia del genoma viral casi completa” el 27 de diciembre y pasó los datos a la Academia China de Ciencias Médicas.
Otro laboratorio médico que analizó la muestra de un paciente de Wuhan advirtió que “el virus se transmite por transmisión de gotas a corta distancia o por contacto con las secreciones respiratorias de los pacientes”, y fue “claramente contagioso”.
Una tercera empresa que probó una muestra completó la secuenciación de genes el 29 de diciembre, lo que mostró una gran similitud con Sars, aunque las pruebas confirmaron que era una enfermedad diferente.
El MoS informó hace dos meses que Shi Zhengli, la científica conocida como Bat Woman por sus expediciones de búsqueda de muestras en cuevas, fue silenciada después de completar la secuenciación de genes el 2 de enero en el Instituto de Virología de Wuhan.
El director del instituto transmitió una advertencia de la Comisión Nacional de Salud para que no publicara las pruebas o los datos.
Caixin confirmó que había una orden que prohibía la publicación de cualquier información sobre “resultados de pruebas de patógenos o actividades experimentales” sin el consentimiento oficial.
Ocho días después, la secuencia se publicó en una plataforma de acceso abierto en nombre de un profesor de Shanghai. Su laboratorio fue cerrado por “rectificación”.
Los funcionarios chinos luego liberaron el genoma, pero no admitieron la transmisión humana hasta el 20 de enero. Caixin descubrió que la secuencia más temprana se recopiló el 24 de diciembre, y coincidía con una captura de pantalla en la publicación en las redes sociales.
Las grabaciones filtradas de las reuniones de la OMS la semana pasada revelaron consternación por el fracaso de China para compartir datos, incluso cuando el organismo elogió su respuesta en público.
Un estudio encontró que si China hubiera actuado tres semanas más rápido, habría reducido los casos en un 95 por ciento.
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