Un cielo azul luminoso en el día. Estrellas rutilantes y nubes blancas que se desplazan por la noche. Nevados disputando altura y formando centenas de lagunas y lagunillas. Y ríos cuyas aguas terminan en el mar, comienza a ser un paisaje del pasado y una amenaza irreversible para la Vida, desde La Patagonia hasta la gran Colombia, donde termina esa gran columna vertebral llamada los Andes y se abre el paisaje tropical de Centro América y el Caribe.
El Perú, por ser parte de esa privilegiada naturaleza, ha elegido la ciudad de Huaraz, capital de la Región Ancash, como la sede del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña-INOGEM. Esta será la contribución a la ruta hacia París para profundizar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, acorde con la convención de la ONU sobre cambio climático y no exceder los dos grados centígrados de temperatura en el planeta.
En opinión del Ministro del Ambiente, ese instituto será un modelo de organización en manos de profesionales de reconocido prestigio para trabajar por una economía verde y baja en carbono.
El mensaje es elocuente porque la comunidad local e internacional demanda el trabajo honesto por la preservación de la Cordillera Blanca, porque ha vivido o conoce los efectos siniestros de sucesivos terremotos, aluviones e inundaciones.
Hoy ningún pueblo de esa cadena de montañas está dispuesto a aceptar la corrupción organizada, que pretende continuar con la sustracción del patrimonio del Estado mediante el cambio de nombre de Ancash por Región Huaylas, decisión legal que estaría tramando un ex presidente del Congreso, lo que implicaría el cambio del registro de la propiedad de cada ciudadano.
El Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña, adscrito al Ministerio del Ambiente (MINAM), en palabras de su representante, Manuel Gerardo Pedro Pulgar-Vidal Otálora (Lima, 1962), abogado especializado en Derecho ambiental, “el Perú ha saldado, con la creación de esta institución una deuda con los ecosistemas de montaña. De esta forma, el Estado está mostrando una enorme responsabilidad ante la vulnerabilidad de los glaciares y montañas frente al cambio climático, un tema y problema que nos atañe a todos”.
La COP 20 realizada en Lima en diciembre del 2014, ha concluido que uno de los ejes temáticos más importantes es, precisamente, aquel que “involucra al ecosistema de montañas y las cuencas, pues con ellas se garantiza la provisión de agua en todo el Perú, y se adelanta a los próximos embates del Cambio Climático”, según discurso del presidente del Perú Humala, junto al secretario general de la ONU, Van Ki-Moon, y además que permita la participación de otros países que afrontan la misma problemática.
Perú perdió alrededor del 50 % de superficie de glaciares debido al cambio climático. El Perú es el país donde se ubica la mayor parte de los glaciares tropicales del mundo. El caso más evidente es la desaparición del nevado Pastoruri, en pleno Callejón de Huaylas, peligro que las nuevas generaciones conocen los nevados solo por imágenes de archivo.
Nuestras reservas de agua dulce, que se han acumulado durante miles de años, están perdiéndose. Algunos científicos estiman que en unos 20 o 30 años habrán desaparecido por completo varios de estos glaciares. La disminución de glaciares ya generó una pérdida de 7,000 millones de metros cúbicos de agua. Los Glaciares del Parque Nacional Huascarán están siendo afectados por el cambio climático. Va en aumento la pérdida de agua, empezando por la laguna de Parón, al pie del nevado del Huandoy, en la cabecera del valle de Huaylas, con su capital Caraz Dulzura, según el diccionario geográfico del peruanista- italiano Antonio Raimondi. Para el año 2050, todos los glaciares ubicados por debajo de los 5 500 msnm desaparecerían.
La superficie glaciar de la Cordillera Parón se ha reducido en 18% en los últimos 24 años, agravado por la irresponsable perforación del fondo de la laguna por una empresa transnacional encargada de abastecer con más agua a los neolatifundios costeros de Chavimochic, en La Libertad.
El Ministro del Ambiente, dada su convicción sobre el desarrollo local como premisa del desarrollo nacional - global, anuncia la acción del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental – OEFA, en el distrito de Comas, donde existe una experiencia empresarial y comunal de Chacracerrro, cuyas actividades económicas deben desarrollarse en equilibrio con el derecho de las personas a gozar de un ambiente sano, como la plantea Jaime Kaiser, desde una corporación visionaria, que nació en el distrito ancashino de Pueblo Libre, ubicado en la Cordillera Negra, y cuyas generaciones han vivido mirando de lejos las bondades de las nieves perpetuas.
Cada vez más, la contaminación y la degradación ambientales arruinan los recursos naturales, amenazan la salud humana y la misma existencia de las innumerables especies de plantas y animales.
UN MANEJO SABIO
Los estudios sobre prevención que aparecen en diferentes fuentes pueden ser simplificados en estos principios: -Cambiar, cuando sea posible, de combustibles intensivos en carbono, como el carbón, a combustibles intensivo en hidrógenos, como el gas natural. – Fomentar el rápido desarrollo y uso de la energía solar y de otras fuentes de energía libre de carbono.- Reducir la tasa de deforestación.
“En suma, el manejo sabio de los recursos naturales y la protección del ambiente son esenciales para lograr el desarrollo económico sostenible y por tanto mitigar la pobreza, mejorar la condición humana y preservar los sistemas biológicos de las cuales depende toda la vida”.
Estas son palabras de Enrique Iglesias, un americanista admirador obsesivo del valor de Los Andes, quien como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y ahora secretario general de la Cumbre Iberoamericana, repetía incesantemente sobre el valor el agua y la vida comunal.
Recuerda, en una entrevista con Cambio16, que el BID nació en Arequipa, financiando como el primer proyecto, un sistema de administración del agua en Perú, después de un terremoto que destruyó la estructura de los suelos y fuentes hídricas.
Las naciones de América Latina, dependen en gran medida de la agricultura, la silvicultura y la pesca. Con sus culturas antiguas y con la violencia moderna relacionada con el tráfico de drogas, el futuro radica en disminuir la pobreza, principal flagelo que complica soluciones para aplacar el irreversible Cambio Climático.
http://www.losandes.com.pe 19.04.2015