El destino dio una nueva oportunidad de vida a un ejemplar de puma andino (Puma concolor) encontrado en la zona costera de Arequipa. La historia se inició una mañana de invierno limeño, cuando recibimos un mensaje en el celular con una grabación que mostraba a un puma amarrado a un árbol, herido en medio de un terral rodeado de cultivos. Parecía agonizante producto de un linchamiento popular, tal como hacen a un delincuente que acababa de robar.
El mensajero no identificado nos daba las coordenadas y repetía: “aún está vivo”. El lugar exacto era el anexo de Hanchalo, en el distrito de Ocoña, en Camaná. El puma había sufrido un ajusticiamiento de la población porque era acusado de invadir las tierras de cultivo y comerse el ganado. Los agricultores afectados desataron su furia contra el puma por esta innoble invasión.
“¿Quién invadió a quién?, el hombre con su expansión urbana, agrícola o actividad económica que obliga a los pumas “salvaje” a migrar, surgió la pregunta.
Se hizo una rápida coordinación con la Policía Nacional del Perú, especialistas de la Administración Técnica Forestal y de Fauna Silvestre (ATFFS) Arequipa, órgano desconcentrado del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), llegaron al lugar, ubicado a tres horas de la ciudad de Arequipa.
Para salvaguardar la seguridad del malherido puma, los policías lo llevaron al calabozo de la comisaría del lugar. El felino había sido golpeado con palos y piedras, tenía heridas en la cabeza y mostraba una marca de bala con ingreso y salida en la pata posterior. Pese a todo, aún se mantenía vivo, recostado, agotado y deshidratado. Fue trasladado a ZooMundo, un zoológico privado en la ciudad de Arequipa, aliado del SERFOR, donde se le intervino quirúrgicamente. Por suerte, la bala no había afectado órganos importantes, aunque sí el músculo.
Una oportunidad más
Dos meses después de esta triste historia, las heridas en la cabeza del puma sanaron y poco a poco con el cuidado de los médicos veterinarios, el animal demostró su fuerza conferida al liderar el reino de la naturaleza andina. Estaba apto para regresar al “mundo salvaje”. El lugar escogido para su reincorporación a la sociedad animal silvestre fue la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca (RNSAB), ubicado a más de 5 mil metros sobre el nivel del mar.
Eran las tres de la tarde y el equipo de la ATFFS de Arequipa llegó a uno de los puntos más altos de esta reserva nacional que se encuentra a cargo del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp). Ese día un manto blanco de nieve pintaba el paisaje de montañas. A esta altitud, los humanos comunes pero no silvestres, sentimos temblar las piernas y dificultad al respirar.
Todo estaba listo para la liberación del puma de aproximadamente cuatro años de edad, los especialistas lo habían evaluado y revisado sus cicatrices de guerra con los humanos. Las condiciones eran óptimas. Los pumas en estado silvestre pueden vivir hasta los 12 años, mientras en cautiverio llegan hasta los 20
El punto escogido presentaba a lo lejos un bofedal que auguraba buenas condiciones. El equipo bajó la jaula tapada con plásticos oscuros, porque debía mantenerse aislado del contacto humano, ejercido durante toda la recuperación. Luego de caminar por una bajada se acomodó la jaula, el equipo contó hasta tres y levantó la puerta metálica. El puma andino no esperó nada, corrió hacia su libertad en medio de esos parajes de ichu y puna. La satisfacción y emoción invadió a todos. Se escribía un nuevo capítulo en la vida de este puma que esperemos sea más feliz.
Por Lissete Herrera
Con información de María Chauca C.
ATFFS Arequipa