Neoliberales, gangsters y políticos
Por Xavier Caño Tamayo
Los culpables principales de que miles de millones de personas del mundo lo pasen mal o muy mal por la crisis que no cesa, y vean sus derechos humanos pisoteados, no son en primer lugar “los políticos”. Los principales enemigos de la ciudadanía, responsables de atropellar sus derechos, son banca, corporaciones empresariales, empresas transnacionales y especuladores financieros. La minoría privilegiada. Apenas unos pocos millones contra miles de millones. Aquellos cuya única patria es ganar dinero. Aunque también “los políticos” (nuestros representantes políticos) son responsables de lo que ocurre. Lo son por omisión, dejación o complicidad evidentes. Son culpables por haber optado por defender los intereses de la reducida minoría rica y no los de la mayoría ciudadana. Son la voz de su amo en la agresión que no cesa contra la justicia, los derechos humanos y las libertades.
Y son los representantes que hemos elegido nosotros, ciudadanos y ciudadanas.
¿Por qué Berlusconi continúa al frente del más impresentable gobierno que ha tenido Italia? ¿Por qué el criptofranquista y neoliberal Partido Popular vencería en unas elecciones en España y no otras opciones progresistas (no el PSOE, precisamente)? ¿Por qué en Reino Unido gobiernan los conservadores que están desmontando lo que quedaba del estado de bienestar británico? ¿Por qué avanzan electoralmente la derecha y extrema derecha en Europa?
Porque los votan.
Ciudadanos y ciudadanas de países desarrollados también somos responsables de los males que nos aquejan. Y, además, no reaccionamos ante la violación y atropello de nuestros derechos. Les contaré una historia para que veamos con quien nos la jugamos.
En 1919, en Estados Unidos la Ley Seca prohibía elaborar y vender bebidas alcohólicas. Paradójicamente significó la aparición y fortalecimiento del crimen organizado, el mundo gangsteril concebido como empresa criminal. Décadas después, la delincuencia organizada se denominó “economía criminal global”.
Gangsters como Genovese Vito, Albert Anastasia, Alphonse Capone, los hermanos Genna, Meyer Kansky, Lucky Luciano, Joe Masseria o Maranzano eran muy conservadores, aparte de inductores o responsables directos de numerosos asesinatos y de transgredir numerosas leyes sin el menor escrúpulo. Eran partidarios fervientes del enriquecimiento sobre cualquier otro objetivo, feroces adversarios de cualquier control o regulación y enemigos frontales de pagar impuestos. Así eran y son. Un gangster famoso, Al Capone, fue a la cárcel por no pagar impuestos, no por los asesinatos que perpetró. Los gangsters también eran enemigos de todo lo que oliera a izquierda. Capone llegó a decir que “tenemos que permanecer unidos y proteger a los obreros de la perfidia roja”. Además, eran partidarios de los medios que fueran para lograr los beneficios que codiciaban.
Unos perfectos neoliberales.
Que eran unos buenos neoliberales lo muestran estas declaraciones de Capone: Sólo soy un hombre de negocios. Gané dinero satisfaciendo las necesidades de la nación. Si así infringí la ley, mis clientes son tan culpables como yo. Yo sólo sirvo a los intereses de la comunidad”. Un discurso muy oído hoy a gentes importantes que pasan por respetables. Pero, por si las dudas, recuerdo lo afirmado por el magistrado francés Jean de Maillard en su lucha contra el blanqueo de dinero: “El sistema financiero actual y la criminalidad organizada se refuerzan mutuamente”.
Ferviente partidaria de la desregulación a ultranza, así como de la completa ausencia del Estado en la actividad económica, la economía criminal global es el capitalismo llevado hasta el final. Sin olvidar que el aumento incesante y fortalecimiento de la economía criminal global ha sido posible por la aplicación fiel del más puro neoliberalismo. Desregulación, secreto bancario, existencia de paraísos fiscales, ningún control de los movimientos de capital, especulación sin freno...
Gobiernos, organizaciones económicas y financieras internacionales, banca, corporaciones y grandes empresas transnacionales alimentan de hecho la economía criminal global. Los mafiosos son la imagen invertida que da en el espejo el sistema económico neoliberal que consentimos. Quizás por ello, prestigiosos economistas como James Galbraith y William Black o premios Nobel de economía como Geoge Akerlof y Joseph Stiglitz creen que no saldremos de la crisis si no enviamos a la cárcel a los respetables responsables de la misma. Responsables por sus engaños, especulaciones y otros delitos económicos y financieros. Y porque no tienen la menor intención de cambiar, caiga quien caiga.
Para salir de la crisis, además, habría que expulsar a los políticos cómplices como han hecho en Islandia.