Qué raro lo que está pasando
Por Humberto Campodónico
Desde nuestro punto de vista, hubo un denominador común en la presentación de propuestas del domingo pasado, organizada por el Jurado Nacional de Elecciones: para los candidatos, la población peruana no está contenta con su situación actual, lo que puede revertirse con sus planteamientos, ofrecimientos o promesas.
Por Humberto Campodónico
Desde nuestro punto de vista, hubo un denominador común en la presentación de propuestas del domingo pasado, organizada por el Jurado Nacional de Elecciones: para los candidatos, la población peruana no está contenta con su situación actual, lo que puede revertirse con sus planteamientos, ofrecimientos o promesas.
Este punto de partida no se condice con las actuales cifras macroeconómicas que están casi todas en azul ni con el conocido crecimiento económico de los últimos años. Podría ser que esto sea algo común en todas las elecciones: si no criticas lo que sucede actualmente (“todo estaría bien” o “más o menos bien”) entonces ya no tienes casi nada que prometer al elector.
Puede ser. Pero también puede ser que ese punto de partida se asemeje a lo que ya hace más de 6 años nos dijo Jürgen Schuldt: la gran mayoría de la población no percibe la relación entre el crecimiento económico “general” y su realidad económica y social. Dicho de otro modo: hay bonanza macroeconómica y malestar microeconómico.
Es por eso que la población está pidiendo un cambio en la política económica de manera sostenida. Hace 40 días, en la encuesta de Imasen de La República el 36.5% de la población urbana y rural se pronunció por un cambio radical y el 37.4% pidió que “cambie algo” la política económica. Solo el 25.1% dijo que ésta debía continuar igual.
La encuesta que acaba de publicar la Universidad Católica dice lo mismo: un 36% plantea reformas parciales a la actual política económica y un 33% dice ésta debe cambiar de manera radical. Solo un 22% dice que hay que mantener la orientación actual mientras que un 10% “no precisa”.
¿Cuáles deberían ser esos cambios? La primera encuesta de Imasen arrojó un resultado contundente diciendo que se debía fortalecer a las empresas estatales Petroperú y ENAPU (el gobierno hace lo contrario y quiere privatizar, ya, el muelle Norte de ENAPU.
En la encuesta de Imasen publicada el pasado domingo en La República, un 76% dice que hay que aumentar el salario mínimo, un 74% quiere más apoyo a la agricultura y un 59% quiere que se garantice que toda persona mayor de 65 años reciba una pensión, haya o no aportado al seguro social. Y así.
Esta nueva percepción de la ciudadanía sobre las desigualdades que origina la actual política económica es, quizá, una de las claves que nos puede orientar sobre el cambio de humor reciente que reflejan las encuestas. Y eso, claro, no es del agrado de las élites económicas, que no quieren que nada cambie para que todo siga igual, es decir, para que siga la bonanza macro y el malestar micro.
En esa misma línea de pensamiento, no les gusta que los candidatos de la derecha económica transiten por el camino de la crítica (aunque solo sea por los meses de la campaña) a la actual situación económica y social.
Eso es lo que expresó ayer el presidente García cuando dijo: “No se puede seguir repitiendo que el país está enrumbado por un mal camino, cuando la inmensa mayoría percibe los efectos del crecimiento económico y las obras sociales”. Para él, ganará las elecciones “quien impulse la alegría y la esperanza; el que impulse el entusiasmo de las multitudes”.
La realidad es, sin embargo, que, de un lado, la ciudadanía está pidiendo una nueva relación entre mercado y Estado que supere la absoluta primacía del primero sobre el segundo y que desemboca en el dominio del mercado por grupos oligopólicos. Y, de otro, que superemos el modelo exportador de materias primas para avanzar hacia el impulso de un aparato productivo diversificado que permita la creación de empleos y valor agregado. Salvo peor parecer.
www.cristaldemira.com
Puede ser. Pero también puede ser que ese punto de partida se asemeje a lo que ya hace más de 6 años nos dijo Jürgen Schuldt: la gran mayoría de la población no percibe la relación entre el crecimiento económico “general” y su realidad económica y social. Dicho de otro modo: hay bonanza macroeconómica y malestar microeconómico.
Es por eso que la población está pidiendo un cambio en la política económica de manera sostenida. Hace 40 días, en la encuesta de Imasen de La República el 36.5% de la población urbana y rural se pronunció por un cambio radical y el 37.4% pidió que “cambie algo” la política económica. Solo el 25.1% dijo que ésta debía continuar igual.
La encuesta que acaba de publicar la Universidad Católica dice lo mismo: un 36% plantea reformas parciales a la actual política económica y un 33% dice ésta debe cambiar de manera radical. Solo un 22% dice que hay que mantener la orientación actual mientras que un 10% “no precisa”.
¿Cuáles deberían ser esos cambios? La primera encuesta de Imasen arrojó un resultado contundente diciendo que se debía fortalecer a las empresas estatales Petroperú y ENAPU (el gobierno hace lo contrario y quiere privatizar, ya, el muelle Norte de ENAPU.
En la encuesta de Imasen publicada el pasado domingo en La República, un 76% dice que hay que aumentar el salario mínimo, un 74% quiere más apoyo a la agricultura y un 59% quiere que se garantice que toda persona mayor de 65 años reciba una pensión, haya o no aportado al seguro social. Y así.
Esta nueva percepción de la ciudadanía sobre las desigualdades que origina la actual política económica es, quizá, una de las claves que nos puede orientar sobre el cambio de humor reciente que reflejan las encuestas. Y eso, claro, no es del agrado de las élites económicas, que no quieren que nada cambie para que todo siga igual, es decir, para que siga la bonanza macro y el malestar micro.
En esa misma línea de pensamiento, no les gusta que los candidatos de la derecha económica transiten por el camino de la crítica (aunque solo sea por los meses de la campaña) a la actual situación económica y social.
Eso es lo que expresó ayer el presidente García cuando dijo: “No se puede seguir repitiendo que el país está enrumbado por un mal camino, cuando la inmensa mayoría percibe los efectos del crecimiento económico y las obras sociales”. Para él, ganará las elecciones “quien impulse la alegría y la esperanza; el que impulse el entusiasmo de las multitudes”.
La realidad es, sin embargo, que, de un lado, la ciudadanía está pidiendo una nueva relación entre mercado y Estado que supere la absoluta primacía del primero sobre el segundo y que desemboca en el dominio del mercado por grupos oligopólicos. Y, de otro, que superemos el modelo exportador de materias primas para avanzar hacia el impulso de un aparato productivo diversificado que permita la creación de empleos y valor agregado. Salvo peor parecer.
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