Creer en el porvenir
Por: Ana Muñoz Álvarez*
“Tomar conciencia, movilizarse y creer en el futuro” es la receta de Sami Naïr para salir de la crisis. Así lo explicó en el II Encuentro de las ONG de Desarrollo celebrado en Madrid. El debate ya no está en hablar de si hay o no crisis. La crisis es una evidencia e, incluso, una mercancía: planes de ayuda a la compra de coches, a la compra de viviendas... Nadie duda, explicó el francés, de que estamos ante la primera crisis de la globalización y de que habrá un antes y un después. Sin embargo, el mundo aún no se ha puesto de acuerdo en el camino a seguir para superar una crisis que ha afectado de manera horizontal y vertical a todo el planeta.
Por: Ana Muñoz Álvarez*
“Tomar conciencia, movilizarse y creer en el futuro” es la receta de Sami Naïr para salir de la crisis. Así lo explicó en el II Encuentro de las ONG de Desarrollo celebrado en Madrid. El debate ya no está en hablar de si hay o no crisis. La crisis es una evidencia e, incluso, una mercancía: planes de ayuda a la compra de coches, a la compra de viviendas... Nadie duda, explicó el francés, de que estamos ante la primera crisis de la globalización y de que habrá un antes y un después. Sin embargo, el mundo aún no se ha puesto de acuerdo en el camino a seguir para superar una crisis que ha afectado de manera horizontal y vertical a todo el planeta.
El análisis y la interpretación, según el profesor Naïr, son el primer paso para el cambio. Para unos la crisis es sólo una crisis financiera que tiene su causa en las hipótecas subprime. Así, la solución estaría en establecer unos controles en el sistema financiero. Ésta es la posición de Europa en general, y, sobre todo, de países como Alemania, donde el resto de su sistema funciona bien.
Otros, en cambio, piensan que la crisis financiera es la punta del iceberg de una crisis del sistema mundial. Así, la crisis se trata de un problema económico, social y recesivo de todo el planeta. La solución pasa, entonces, por un cambio del sistema global. Una solución a largo plazo por la que apuestan Obama, Rusia o China.
El politólogo francés señala tres causas principales de la crisis: la construcción de una economía basada en el endeudamiento y en la destrucción del valor productivo; la falta de reglas internacionales para el control de la competencia y el funcionamiento del sector financiero; y unas reglas del comercio internacional basadas en el liberalismo más brutal.
La salida de la crisis, por lo tanto, no debería llevar al librecambio y a la privatización de la seguridad social y de lo público. Un modelo individualista no debería ser la opción de un planeta cada vez más globalizado. Las respuestas tienen que venir en muchos frentes. Es necesario devolver un valor productivo real a la moneda y a los intercambios comerciales. En este sentido, Naïr propone una moneda común y un sistema financiero que se fundamente en la venta de valores y no en la venta de créditos y deuda.
La elaboración de un derecho global que rija el sector financiero, es otra de las propuestas. El G20 aún no se ha puesto de acuerdo para actuar y poner reglas de control. El “grupo de los veinte” dejó claro en su reunión de Londres que quiere acabar con los paraísos fiscales, sin embargo no aclara cómo. Y los intereses son muy diversos. Por ejemplo, cómo acabar con la falta de transparencia de los bancos suizos, donde se blanquean millones de dólares que vienen del crimen organizado y de políticos corruptos.
Hay que exigir a las empresas una cláusula social (derechos de los trabajadores, sueldos dignos…) y otra de cuidado del medioambiente… Atrás quedaron los días donde imperaba el “todo vale” para conseguir beneficios. Las ayudas que los gobiernos han dado a los grandes bancos tienen que llegar a las empresas y a las familias, hay que poner en marcha grandes infraestructuras comunes que ayuden a levantar las economías y donde la cooperación y el bien común estén por encima de los intereses individuales. Para Naïr, también sería necesario reorganizar la geopolítica del mundo. Esta crisis ha empeorado la situación de miles de personas en los países empobrecidos y afectará en todos los ámbitos. Los expertos hablan de que con la crisis habrá otros 53 millones de personas más que caerán en la pobreza y los flujos migratorios serán más incontrolados. “¿Hasta cuándo conseguiremos que los africanos permanezcan en un continente devastado?”, se pregunta el francés.
Se acabó ya el tiempo de la “queja”. Hay que pasar a la acción. Hay que tomar medidas valientes para que el mundo que “nazca” de esta crisis sea un mundo donde los valores de justicia, solidaridad y cooperación estén por encima de los intereses particulares de empresas o gobiernos. Éste es el reto, creer en el porvenir.
Otros, en cambio, piensan que la crisis financiera es la punta del iceberg de una crisis del sistema mundial. Así, la crisis se trata de un problema económico, social y recesivo de todo el planeta. La solución pasa, entonces, por un cambio del sistema global. Una solución a largo plazo por la que apuestan Obama, Rusia o China.
El politólogo francés señala tres causas principales de la crisis: la construcción de una economía basada en el endeudamiento y en la destrucción del valor productivo; la falta de reglas internacionales para el control de la competencia y el funcionamiento del sector financiero; y unas reglas del comercio internacional basadas en el liberalismo más brutal.
La salida de la crisis, por lo tanto, no debería llevar al librecambio y a la privatización de la seguridad social y de lo público. Un modelo individualista no debería ser la opción de un planeta cada vez más globalizado. Las respuestas tienen que venir en muchos frentes. Es necesario devolver un valor productivo real a la moneda y a los intercambios comerciales. En este sentido, Naïr propone una moneda común y un sistema financiero que se fundamente en la venta de valores y no en la venta de créditos y deuda.
La elaboración de un derecho global que rija el sector financiero, es otra de las propuestas. El G20 aún no se ha puesto de acuerdo para actuar y poner reglas de control. El “grupo de los veinte” dejó claro en su reunión de Londres que quiere acabar con los paraísos fiscales, sin embargo no aclara cómo. Y los intereses son muy diversos. Por ejemplo, cómo acabar con la falta de transparencia de los bancos suizos, donde se blanquean millones de dólares que vienen del crimen organizado y de políticos corruptos.
Hay que exigir a las empresas una cláusula social (derechos de los trabajadores, sueldos dignos…) y otra de cuidado del medioambiente… Atrás quedaron los días donde imperaba el “todo vale” para conseguir beneficios. Las ayudas que los gobiernos han dado a los grandes bancos tienen que llegar a las empresas y a las familias, hay que poner en marcha grandes infraestructuras comunes que ayuden a levantar las economías y donde la cooperación y el bien común estén por encima de los intereses individuales. Para Naïr, también sería necesario reorganizar la geopolítica del mundo. Esta crisis ha empeorado la situación de miles de personas en los países empobrecidos y afectará en todos los ámbitos. Los expertos hablan de que con la crisis habrá otros 53 millones de personas más que caerán en la pobreza y los flujos migratorios serán más incontrolados. “¿Hasta cuándo conseguiremos que los africanos permanezcan en un continente devastado?”, se pregunta el francés.
Se acabó ya el tiempo de la “queja”. Hay que pasar a la acción. Hay que tomar medidas valientes para que el mundo que “nazca” de esta crisis sea un mundo donde los valores de justicia, solidaridad y cooperación estén por encima de los intereses particulares de empresas o gobiernos. Éste es el reto, creer en el porvenir.