EE. UU.: Tratando de curarse las heridas
Por Humberto Campodónico
Mucho se venía hablando de los “brotes verdes” en la situación económica mundial, lo que levantó los ánimos de los inversionistas. Rápidamente retomaron sus posiciones en las Bolsas de Valores y, también, volvieron masivamente a las bolsas de materias primas (“commodities”) provocando una importante alza de los precios de los metales, el petróleo, e incluso de algunos productos agrícolas.
Pero en los últimos días, varios indicadores le han puesto paños fríos a esta euforia, entre ellos el aumento del desempleo y, también, el informe del Banco Mundial que revisa a la baja sus estimados de decrecimiento económico mundial. En efecto, este pasa ahora de ― 1.7% a -2.9%. Y quienes llevan la peor parte son los países industrializados, comenzando por EE. UU., cuyo PIB caerá 3%.
Uno de los temas de fondo es que la economía norteamericana venía creciendo apoyada en el gasto de los consumidores, que representan el 66% de su PBI. La aparente paradoja es que los consumidores gastaban cada vez más, a pesar de que sus ingresos promedio ―sueldos y salarios― permanecían estancados.
La explicación de esta (aparente) paradoja es que ese mayor gasto estaba basado en un crecimiento constante de la deuda de los consumidores. Dice el Banco Central (Fed) en la Cuenta de Flujo de Fondos de EE. UU. que en 1980, la Deuda de los Consumidores (DC) era de US$ 1.4 billones mientras que su Ingreso Disponible (ID) era US$ 2.0 billones: las deudas “solo” representaban el 69% de sus ingresos.
Pero poco a poco la relación comenzó a cambiar. En el 2000, por primera vez la DC superó su ingreso ID. En el 2007 ―un año antes del comienzo de la crisis― se rompieron todos los récords: la DC fue de US$ 13.8 billones contra un ID de 10.2 billones, lo que quiere decir que la deuda era 35.5% superior a sus ingresos.
Dice la Reserva Federal que la deuda más importante era la hipotecaria, que pasó de US$ 4.8 billones en el 2000 a nada menos que US$ 10.6 billones en el 2008: un crecimiento de 120% en 8 años. También aumentó la deuda de consumo en el mismo periodo, de US$ 1.7 a 2.6 billones.
La cuestión es que esa enorme deuda sigue allí. Pero la situación ya no es la misma porque reventó la burbuja: hay centenares de miles de despedidos, los bancos ya no dan préstamos a cualquiera y se han reducido los créditos de consumo.
No solo eso. Los norteamericanos han vuelto a ahorrar: después de años en que su ahorro fue cero (porque para gastar se endeudaban), ahora la tasa de ahorro ha subido al 4% de su ingreso disponible. Aquí intervienen dos factores que ayuda a que muchas familias mantengan sus ingresos: 1) el recorte de impuestos que ha dado el gobierno para aliviar a la población y, 2) las ayudas directas, incluido el seguro de desempleo, también del gobierno, sobre todo a los consumidores de bajos ingresos.
Resumiendo: si bien el ingreso disponible no ha caído tanto debido al apoyo del gobierno, los consumidores ya no gastan como antes. Claro, con una deuda de US$ 13.8 billones, apenas inferior al PBI de US$ 14.2 billones, y después de haber sufrido la golpiza más grande desde 1930, la gente está recién tratando de curarse las heridas. Y pasará un buen rato antes de que se recupere.
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