Aleksandr Dunáev
 
El sector de turismo en Italia trata de adaptarse a las nuevas condiciones tras el durísimo golpe de la pandemia del coronavirus, pero aún no logra volver a los niveles precovid.
 
 

fontana di Trevi

 

 
RÉCORD Y ANTIRÉCORD DEL TURISMO ITALIANO
 
En 2019 Italia contabilizó 138,4 millones de turistas residentes y extranjeros, una cifra jamás alcanzada antes, y generó el 13 por ciento del PIB, si se toman en cuenta sus efectos sobre los demás sectores de la economía nacional.
 
El año siguiente, con el estallido de la pandemia del covid-19, llegó el antirécord, con 55,7 millones de turistas, entre los cuales 16,5 millones fueron extranjeros. El impacto económico es más difícil de calcular, pero el Instituto Nacional de Estadística supone que podría tratarse de hasta 90.000 millones de euros.
 
RECUPERACIÓN DIFÍCIL
 
En los primeros meses de 2021 el sector de turismo seguía siendo muy afectado por las restricciones que las autoridades impusieron para frenar la pandemia, pero, cuando en mayo y junio la vacunación de masa hizo posible su levantamiento, empezó su recuperación gradual.
 
Este verano tan sólo 1,5 millones de italianos fueron al extranjero durante las vacaciones, el resto prefirió pasarlas en su país y sin desplazarse mucho: uno de cada tres se quedó en su propia región. A su vez, los que se alojaron en hoteles u otras estructuras de acogida pasaron allí una media de nueve días, uno menos respecto al año pasado.
 
En cuanto a los gastos, la media de este verano se sitúa en 582 euros per cápita, aunque casi la mitad de los viajeros se mantuvo por debajo de 500 euros y fueron muy pocos los que superaron el umbral de mil euros.
 
Sin embargo, los italianos no quisieron ahorrar dinero en restaurantes y bares: según las estimaciones de la Confederación Nacional de Cultivadores Directos (Coldiretti), el gasto total en los meses de verano superaría los 20.000 millones de euros, "una verdadera bocanada de oxígeno para los 360.000 bares, restaurantes, pizzerías y casas rurales italianas" después de que la pandemia redujo a la mitad el volumen de negocios en el sector de restauración.
 
PLAYAS LLENAS DE ITALIANOS, CIUDADES SIN EXTRANJEROS
 
Ahora que las vacaciones ya se han terminado para la mayoría de los italianos -más de dos tercios ya han vuelto al trabajo- los representantes del sector turístico empiezan a dar las primeras valoraciones de la temporada.
 
Dado que más del 60 por ciento de los turistas prefirieron ir al mar, para las regiones costeras las cosas fueron mejor de lo que esperaban.
 
"El mes de agosto pasó muy bien y, si no hubiéramos tenido tantos problemas con los trabajos en las autopistas, quizás habría sido aún mejor", declara el presidente de la Federación de hoteles (Federalberghi) de Liguria, Aldo Werdin en una entrevista con la agencia AGI.
 
"El nivel de ocupación de habitaciones en el mes de agosto fue una sorpresa agradable, llegamos a un 70 por ciento, un nivel cercano al de 2019", le hace eco el jefe de la Federalberghi de Nápoles, Antonio Izzo.
 
Sin embargo, en las zonas que no tienen acceso al mar la situación es más complicada. Por ejemplo, en Abruzos el flujo de los turistas se acercó a niveles prepandémicos solo entorno al 15 de agosto, mientras en las demás semanas las cifras fueron inferiores a las del año pasado.
 
Aun más penalizadas se sienten las ciudades de arte, como Roma, Florencia o Venecia, donde la mayoría de los turistas son extranjeros: este año los forasteros que quisieron admirar el Coliseo, la Galería Uffizi o la Plaza de San Marcos fueron 4 millones menos respecto a la media de los años anteriores.
 
CORONAVIRUS AL ACECHO
 
Igual que el año pasado, el turismo estival contribuyó al aumento de contagios con el coronavirus. Por ejemplo, según los datos de las autoridades sanitarias de Lacio, en las últimas semanas el 80 por ciento de los contagios se registró entre los veraneantes que volvían a casa después de pasar las vacaciones en Cerdeña, Sicilia y otras zonas de turismo costero.
 
En Sicilia en agosto las hospitalizaciones de enfermos de covid-19 crecieron tanto que el Ministerio de Sanidad se vio obligado a imponer, a partir del 30 de agosto, la zona amarilla, que prevé el uso de las mascarillas en exteriores y limita la cantidad de espectadores en los eventos deportivos y culturales.
 
Por supuesto, gracias a la vacunación la situación no es tan grave como durante la segunda o la tercera oleada, pero el virus sigue frenando la recuperación de un sector que tiene una importancia crucial para la economía italiana. Con los vaivenes de la pandemia, el regreso a los niveles récord de 2019 aún parece una meta lejana. 
 
 
Con información de Sputnik