Gonzalo Alegría*
 
A Carta Cabal
 
 
La economía mundial se encuentra alarmada por la “burbuja inmobiliaria” china que está a punto de estallar, ahora que la gigante Evergrande está al borde de la quiebra. Su deuda asciende a 282,000 millones de dólares. Para que tengan una idea, el último PBI peruano sano -antes de la pandemia- fue de 226,800 millones USD (año 2019). Es decir, que la deuda de la compañía inmobiliaria Evergrande equivale a 1.25 veces la producción total (PBI) del Perú. Además, ¡en el último mes, su cotización perdió cerca del 90% de su valor de mercado! En Occidente ya habría quebrado, pero China, con su “Socialismo de Mercado”, opera de forma distinta al ajuste liberal clásico, intentando castigar al especulador, pero nunca, a los trabajadores y pequeños ahorristas.
 
 

Gonzalo Alegria

 

 
Existen tres formas de crisis económica: La Gran Recesión (de corte estructural), dura 3 años o más. Y las coyunturales, tipo “burbuja sectorial” y “pánico financiero”.
 
Como en toda “burbuja inmobiliaria”, en China también ha ido subiendo el precio del metro cuadrado construido hasta hacer inasequible una vivienda en sus principales ciudades: Beijing (la capital política), Shanghái (la urbe comercial y financiera) y Shenzhen (la urbe tecnológica). Como se comprueba en el Gráfico, el nivel de sacrificio de los pagos de una hipoteca media en dichas 3 ciudades está en un 50% de la renta disponible de sus habitantes, cuando el máximo recomendado por la banca internacional es un baremo del 33%. Ergo, parece que el exceso de viviendas edificadas por todo el país que se han quedado vacías (sin vender), unidas a la especulación en las grandes ciudades, genera una doble amenaza de quiebra al sector inmobiliario chino: sea por baja demanda de vivienda nueva en las ciudades fantasma, sea por la incapacidad de pago de las hipotecas en vigor en las ciudades consolidadas. 
 
 
prices household cities
 
Pero, seguramente las autoridades chinas ensayarán alguna forma de “aterrizaje suave” que desinfle el movimiento especulativo, sin llegar a destruir el tejido productivo de un sector clave como el de la construcción. Ya lo hicieron en la Crisis Bursátil China de junio a agosto de 2015. El 12 de junio de 2015 la Bolsa de Shanghái se había revalorizado casi un 150% interanual, iniciándose un “pánico financiero” en ese fatídico viernes negro oriental. Ante el desplome generalizado de las cotizaciones, el gobierno de Beijing intervino, poniendo topes máximos diarios a los descensos, presionando a los grandes inversores bursátiles asiáticos para que mantuvieran su cartera, financiando compras de acciones con dinero público por el equivalente al PBI japonés, etc. También durante la pandemia, el año 2020, las medidas intervencionistas de la economía china lograron que su PBI creciera un +2,3% cuando el mundo entero sufrió una grave recesión que en el Perú fue de un dramático -11,1%.
 
Ahora que el sector de la construcción en China empieza a mostrar signos de madurez, para evitar la ralentización de su crecimiento, sus empresas constructoras tendrán que crecer con cargo a la Inversión Extranjera Directa (IED) en terceros países. De ahí el afán inversor de las autoridades chinas en África (165.000 millones de dólares en los últimos 10 años) o en Latinoamérica (en Perú, China es el primer país por IED).  No es “cuento chino”. Mientras China siga creciendo a paso firme, el milagro del “Socialismo de Mercado” podrá seguir resultando inmune a las crisis.
 
 
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24.09.2021