Avanza el ITF global


Por Humberto Campodónico


El impuesto a las transacciones financieras (ITF) en el Perú se estableció en el 2003 y se mantiene hasta hoy. En el 2008, a pesar que la tasa se redujo al 3 por 1000, recaudó S/. 1,138 millones, 4.4% más que en el 2007. Este impuesto, que fue ampliamente resistido por el sector financiero, también se aplica en la mayoría de países de la Región.


A nivel internacional, desde hace más de 30 años existe la propuesta del Impuesto Tobin (del Premio Nobel de Economía James Tobin) y consiste en aplicar una pequeña tasa —más o menos igual a la del ITF en el Perú— a todas las transacciones financieras a nivel mundial. Dependiendo de la tasa que se cobre, de la amplitud de las transacciones que cubra y de la cantidad de los países que lo adopten, se estima que el Impuesto Tobin podría recaudar de US$ 250,000 a 900,000 millones anuales (son cantidades considerables).

La novedad es que este Impuesto, rechazado unánimemente por los operadores financieros globales, acaba de ser avalado por la canciller alemana Angela Merkel en una reciente reunión de la Unión Europea de preparación para la cumbre del G-20 de la próxima semana en Pittsburg. Así, la Dra. Merkel se suma a la propuesta del presidente de Francia, Nicolás Sarkozy.

Según el profesor Tobin, el dinero podría destinarse a un fondo de ayuda a los países más pobres, que sería administrado por personalidades independientes de amplia credibilidad. Si bien el Impuesto no soluciona los problemas causados por la gigantesca y desregulada expansión de los diferentes instrumentos financieros de los últimos 30 años, sí tiene impactos concretos.  Uno es que señala claramente que el crecimiento exponencial de los nuevos “vehículos financieros” —que ya no guarda relación alguna con el crecimiento de la producción y comercio mundiales— puede causar trastornos sistémicos de gran magnitud (lo que se hizo realidad).

El otro es que a pesar de que la tasa es pequeña, introduce algunos granos de arena en el engranaje de los instrumentos financieros, lo que puede ayudar a generar nuevas medidas que apunten a su regulación efectiva. Dicho esto, no va a ser fácil que el impuesto se apruebe porque, de un lado, no todos los países están de acuerdo y, de otro, si un país lo aprueba y otros no, se argumenta que el resultado sería la “pérdida de competitividad de su sector financiero” (1). José Manuel Barroso, actual presidente de la Comisión de la UE, ha dicho que aceptaría el Impuesto Tobin si se aplica a nivel mundial.

Hasta ahora no se sabe cuál es la posición del gobierno de EE. UU., donde está el sistema financiero más podrido, al que Obama quiere regular (ver nuestro artículo del miércoles 16/09/09) pero que no ha pronunciado sobre el Tobin.

Dicho esto, el solo hecho de que este planteamiento gane terreno en los gobiernos es un signo de los tiempos porque, hasta hace poco, su difusión se limitaba a algunos académicos, las ONG y grupos específicos como la Asociación por la Tasación de las Transacciones y para la Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC), que promueve dicho control desde 1999 y es apoyado por Le Monde Diplomatique y su director, Ignacio Ramonet.

El capital financiero especulativo la va a pasar mal en los próximos tiempos porque es claro que su “exuberancia irracional”  descontrolada fue uno de los gatillos de la crisis financiera (aunque no la causa, que es sistémica, inherente a la naturaleza del capitalismo). Pero su poder sigue siendo grande y no se sabe cómo terminará esta batalla. Mientras tanto, se puede decir, “ladran Sancho, señal de que avanzamos”.

(1) El mismo argumento se aplica a la propuesta reciente de Sarkozy de poner un impuesto a las emisiones de carbono “en la frontera de Francia”. Si los demás no lo aplican, se dice que Francia “perdería competitividad”.

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