Por: Mariana Sigal*

La digitalización de las finanzas permitió agilizar los pagos cotidianos, facilitar el acceso a servicios financieros y mejorar su calidad, también abrió nuevas oportunidades a personas, empresas y comercios que permanecían fuera del sistema. Para las mujeres, el acceso a cuentas bancarias, tarjetas de crédito y otros medios de pago había sido históricamente relegado. La carga de las tareas domésticas y de cuidado, además de la brecha salarial y demás desigualdades de género tenían también esa consecuencia.

 

Mariana Sigal Geopagos

 

Las fintech ayudaron a transformar ese panorama y se convirtieron en una herramienta clave para la autonomía financiera. En las regiones con oferta nutrida de pagos digitales, según el Global Findex del Banco Mundial, las mujeres tienen un 9% menos de posibilidades de caer en la pobreza y una capacidad de consumo 18,5% mayor.

Actualmente, las fintech potencian la inclusión financiera, y en ese sentido, contribuyen al desarrollo de las personas. En el caso de las mujeres, también hacen su aporte a la igualdad de género.

Pero, además, la industria fintech es un agente de cambio del otro lado del mostrador (o de la pantalla). En términos de empleo y de cultura organizacional también patean el tablero. La CAF (Banco de desarrollo de América Latina) las define como “un ambiente propicio para el cierre de la brecha de género”. Y destaca cómo esa cualidad contribuye a un “cambio de paradigma en la cultura, la digitalización y la tecnología de los sistemas financieros, reforzando en el camino la integración económica de la población desatendida”.

Las Fintech no solo emplean a más mujeres que la industria financiera tradicional, sino que esa característica impulsa su potencial innovador y disruptivo. Con equipos más diversos se desarrollan soluciones y productos más creativos y sofisticados, la organización puede adaptarse más rápidamente a los cambios y a las necesidades del cliente, y las nuevas ideas aparecen con mayor frecuencia.

Y aquello se traduce en beneficios económicos. Según la OCDE, si se alcanzara la paridad de género en puestos jerárquicos durante los próximos 20 años, el PBI de los países más desarrollados aumentaría en 12 billones de dólares.

En América Latina, los avances de la última década fueron muy importantes. Pero aún queda mucho por recorrer. Hoy, en la región, alrededor del 30% de las personas que trabajan en el sector son mujeres y solo el 11% de estas empresas tienen más de 50% de empleadas mujeres.

Pero más allá de los asuntos pendientes, algunos datos son alentadores. Según el BID, las fintech latinoamericanas con mujeres en posiciones directivas están por encima del promedio global en un 35%.

Para Geopagos la diversidad y la posibilidad de generar inclusión nos brinda aptitudes y conocimientos que nos potencian como espacio de trabajo y en consecuencia nos impulsan a mejorar y hacer crecer nuestro negocio. Creamos soluciones digitales de pagos para todo tipo de empresas, que luego son utilizadas por millones de personas en América Latina.

En ese sentido, creemos que es fundamental desarrollar productos a partir de miradas e historias diversas para comprender las necesidades de nuestros clientes y ayudarlos a comprender las de los suyos. Ponemos el foco en la construcción de equipos diversos y en la equidad de género no sólo por principios éticos sino porque lo consideramos un pilar de la estrategia de negocio.

 

* Jefe de Personal de Geopagos