Herbert Mujica Rojas
Una foto vale más que mil palabras repetía William Randolph Hearst. Y la vista que acompaña a esta información dice mucho, de repente demasiado y cuestiona severamente ¿por qué en otros terminales aéreos del continente, sí es posible un orden y una prolijidad con los pasajeros y en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, eso no ocurre de ninguna manera?
La foto es del domingo 28 y da cuenta culposa de cómo NO se guarda el distanciamiento social, tampoco de un orden amable que reciba al pasajero que viene de largas o cortas horas de vuelo y que anhela no sólo respirar aires familiares y hogareños sino también saber que en Perú se puede hacer lo que en el Arturo Merino Benítez de Santiago, El Dorado de Bogotá o el Internacional de Miami o LAX, Los Angeles. Es decir que hay agilidad para recibir los documentos negativos de covid19 y que será mínimo el tiempo de espera para maletas y más veloz el registro de ingresos-egresos hacia o fuera del Perú.
Una pregunta asalta mi curiosidad. Si en otros aeropuertos se disfruta de una magnífica atención tanto al llegar como al irse, ¿qué impedimentos tenemos en Perú para no hacer lo mismo? ¿O mejor? No es un tema de color de piel o talla o apellido y ¡mucho menos! de gentilicio si se pregunta de dónde son los funcionarios. Es un asunto de autoestima, de amor propio y de vocación de servicio para con los usuarios.
¿Qué excusa podría presentar Migraciones y LAP, respecto de la vista que delata que hay decenas de pasajeros haciendo cola y esperando a que puedan ser visados sus pasaportes y recoger maletas e irse a su casa?
No es necesario irse al De Gaulle u Orly en París o Barajas en Madrid, aquí cerquita, a 3.5 horas hay en el país sureño un molde de atención al público que causa reconocimiento, luego admiración y entonces explota la bronca del porqué en Perú no podemos replicar los buenos ejemplos.
Los ciudadanos que se van o que vienen pagan impuestos en sus respectivos boletos aéreos. Y de esas arcas, dinero fiscal, sale el sueldo que ganan los que trabajan en la Superintendencia Nacional de Migraciones. ¿No se dieron cuenta que hay una obligatoria reciprocidad que debiera traducirse en una atención de lujo para dejar muy en alto el profesionalismo con que se atiende en Perú?
¡No hay pero que valga! Que hay que brindar al transeúnte o al residente que retorna, la mejor de las orientaciones en las colas, con distanciamiento social, con fueros de salud si fuese el caso, es un asunto que tiene que ser ¡sí o sí!
Y las sinverguencerías de colarse en las filas, llamar a los amigotes para que le den preferencia, deben dar paso a un respeto por el prójimo con un grado de excelencia que sintamos orgullos de ser ciudadanos que dan ejemplo.
Lo visto y graficado la otra noche, francamente deja muy mal parados a los de Superintendencia de Migraciones y a la concesionaria LAP. ¿Será el silencio cómplice, aliado de estas imposturas que denigran al Perú y que nos retratan como un país de simios pícaros capaces de cualquier cosa?
¡Es hora de corregir los errores y también momento de enriquecer nuestra autoestima protestando y demandando excelente atención!
30.03.2021