En épocas de la dictadura delincuencial de Kenya Fujimori, Perú remató a precio vil algunas empresas que después fueron muy productivas y rindieron pingues ganancias a sus nuevos dueños.
Refinería La Pampilla fue malbarateada por algo más de US$ 180 millones de dólares y la compró Repsol, la empresa española especialista en contaminar mares con petróleo y no pagar las reparaciones y burlarse de los pueblos damnificados.
La salmodia de siempre es que el Estado es mal gestor y siempre “da pérdidas”.
Desde hace dos semanas, más o menos, el coro uniforme de privatistas y mercenarios ha puesto en la mira a Petroperú. Refinería Talara, modernizada y con capacidad de producción de alta calidad, integra el patrimonio de esa empresa.
Se dice de todo y como en botica se encontrarán mil y un pretextos para denostar de una empresa que, nadie puede negarlo, ha tenido manejos mediocres, gerencia discutible y momentos, hay que decirlo, rentables. No todo es bueno, como tampoco es real el cúmulo de desgracias que corean los asalariados.
Chile no produce petróleo y la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) es la principal compañía petrolera que abastece más del 59% de la demanda de combustibles. Es de propiedad estatal y es la única firma petrolera que refina hidrocarburos.
Léase: de propiedad estatal y la única que refina.
En la antípoda, los agentes y empleados de la privatización a la mala, con precios de remate y a como dé lugar, procuran la enajenación de Petroperú para que caiga en manos de sus actuales pagantes.
¿Qué hacen los clubes electorales, alias partidos políticos? Nada de nada. Huérfanos de ideas, desconectados de las bases populares, ignorantes de un proyecto nacional, lidercitos de parroquias minúsculas, sólo buscan la supervivencia y para eso sí tienen “iniciativas”.
En casus belli la producción y refinación del petróleo —léase combustible— no puede estar en manos ajenas. Debiérase recordar los retrasos, inconvenientes, carencias acontecidas cuando los sucesos del Cenepa en el conflicto con Ecuador en los años 90.
Solo a descastados renunciantes de elementales principios de ciudadanía y patria, puede no importarles el cuidado y cautela de empresas dedicadas al hidrocarburo. Pero los “tiempos modernos” han opacado la savia potente de ideas como nacionalidad y querencia al terruño.
Me preguntaba un ex empleado de Petroperú ¿qué pasará con nuestras pensiones? Sólo pude enunciarle que las firmas compradoras no tienen ningún interés en los ex servidores y que sólo anhela cancelar obligaciones bajo la premisa: ¡tómalo o déjalo!
En un remate de Petroperú ¿cómo se evaluarían los activos modernísimos de Refinería Talara? ¿A qué precio? ¡Sin la menor duda que no al del mercado! ¿Recuerdan la regla de oro?: ¡Quien tiene el oro impone la regla! Considerando la comisión —coima— para los agentes rematadores.
Entonces las cantinelas del ruido político, inestabilidad y el anuente coro de judas infiltrados en los miedos de comunicación, hacen la preparación perfecta para el desenlace que empujan sin freno y con desvergüenza.
Fitch Ratings esa biblia consejera de la que maman nuestros privatistas, ha dicho:
“Impacto. Calificadora advierte que la inestabilidad sociopolítica puede prolongar la perspectiva negativa del Perú. Por su parte, el Ministerio de Economía y Finanzas asegura que ahora sí inició la fase de recuperación.
De cara al 2024, el comportamiento del ámbito operativo —tecnicismo con el que Fitch se refiere a la coyuntura política— aún jugará un papel clave en la reputación crediticia del país y la recuperación económica, ya que persisten obstáculos para la inversión privada y el consumo por el descontento popular, explicó Andrés Márquez, senior director de Instituciones Financieras en la calificadora.
Vale anotar que uno de los efectos más tangibles de la rebaja de la calificación es el encarecimiento del crédito para el país y para sus empresarios, que requieran capital externo para sus proyectos”.
¡Qué interesante! Fitch habla del encarecimiento del crédito para el país y los empresarios. Pero no dice absolutamente nada, ni por casualidad que esos mismos efectivos se colocan en el empresariado peruano a precios abusivos y que no hay en ninguna parte del mundo.
La mudez mediocre de los personajes públicos debe ser notada y denunciada ante la ciudadanía. Y así habrá que recordárselo a estos malos elementos carentes de cualquier pundonor peruanista o constructivo. ¡No pasan de langostas depredadoras!
Los infames ecos de cómo se mal vendió La Pampilla, esta vez enderezados a un complejo mucho más grande, Petroperú, vuelven con sus fétidos olores a nuestros pagos. Y de la mano ¡qué duda cabe! de esquiroles proditores.
La ofensiva posee respaldo noticioso y técnico de las agencias especializadas. Y si se trata de rematar Petroperú, acudirán con sus análisis a la baja, pesimismo rotundo y ganas fieras de hacerse con parte del pastel dinerario.
26.01.2024
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Señal de Alerta
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